Prosigue el emocionante culebrón atómico | 3.° parte

No obstante que alguna vez dijo que no comerciaría jamás con un país comunista, Milei acaba de anunciar la reapertura de la negociación con China por la compra de un reactor nuclear. Un nuevo capítulo de este novelón.

Por Juan Vernieri

A pesar de las razones que desaconsejan la compra del reactor, indicadas en el capítulo anterior, José Luis Antúnez, el presidente de Nucleoeléctrica Argentina S.A. (NA-SA) del gobierno de Alberto, se atrevió el 1 de febrero de 2022, a suscribir un contrato con la Corporación Nuclear Nacional China (CNNC), para la instalación, llave en mano, del reactor Hualong One, de diseño totalmente chino en la localidad de Lima, junto a los dos reactores existentes, Atucha I y II.

Obsérvese que no era el país el que convenía con China, sino que acordaban empresas públicas de ambos países. No creo que la empresa argentina tuviera suficientes facultades para empeñar al país en más de 8.300 millones de dólares, pero como nadie dijo nada, el asunto siguió adelante.

El contrato se celebró mediante videoconferencia, al acto asistieron y estamparon sus firmas el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, los presidentes de la CNNC, Yu Jianfeng; y de la NA-SA, José Luis Antúnez; los embajadores de la Argentina en China, Sabino Vaca Narvaja; y de China en la Argentina, Zou Xiaoli; el director adjunto de la Autoridad de Energía Atómica de China, Huang Ping; el ministro bonaerense de Seguridad, Sergio Berni; la diputada nacional Agustina Propato; y el subsecretario de Energía Eléctrica, Federico Basualdo.

En ese marco, Kicillof destacó que “estamos celebrando la firma de un contrato histórico entre China y la Argentina, que por un monto de 8.300 millones de dólares va a generar mucha actividad y va a crear empleo tanto para la construcción como para la gestión de la central nuclear, consolidando a la provincia de Buenos Aires como la región con mayor peso en términos energéticos dentro de nuestro país”.

Muchas firmas para un contrato que incluía dos cláusulas condicionantes que, si no se cumplían, quedaba en la nada, o sea que el contrato se estaría suscribiendo inútilmente.

Las dos cláusulas condicionantes son:

La financiación hasta un 85% sería proporcionada por un grupo de bancos chinos.

No solo el pozo económico al que fue arrastrado el país, aconsejó a los bancos ser prudentes, sino que cada vez más créditos otorgados por Pekín con criterios políticos, no económicos, no eran satisfechos por los países beneficiarios. Los bancos vieron “las barbas de vecinos…” y recularon. El riesgo país era demasiado alto para obrar con prontitud. Para colmo, apenas dos meses de la suscripción, Argentina solicitó a los bancos incrementar al 100 % la financiación. Que se sepa, los bancos siguen pensando.

China debía proporcionarle a nuestra CNEA la tecnología que permitiría la fabricación del combustible por nuestra cuenta en el futuro, a fin de no quedar dependiendo de importarlo. No trascendió si China aceptó dar esa transferencia de tecnología, probablemente no.

Por lo tanto, como ningunas de las dos condiciones se concretaron, el contrato actualmente está en suspenso.

Continuará

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