Prosigue el emocionante culebrón atómico | 2.° parte
Milei, que alguna vez dijo que no comerciaría jamás con un país comunista, ahora anunció la reapertura de la negociación por la compra de un reactor Hualong One de tecnología china. Este asunto ya es un novelón, cuya narración comenzamos en nota anterior.
Por Juan Vernieri
En enero de 2017, a pesar de la incertidumbre en que se encontraba el incremento del parque nuclear, y de las continuas y duras críticas a la ubicación de los reactores próximos a Lima y a apenas 100 kilómetros de Buenos Aires, Nucleoeléctrica Argentina (NASA), la empresa pública operadora de las centrales nucleares firmó la escritura para la compra y tomó posesión de un predio en Lima donde se emplazaría un nuevo reactor.
El terreno cuenta con una extensión de 110 hectáreas, y se sitúa en forma lindera a las Centrales Nucleares Atucha I y II. La parcela pertenecía a una descendiente de la familia Atucha y era utilizada para explotación agropecuaria.
Avanzado el 2018, las dificultades presupuestarias eran cada vez más agudas. Eran épocas de “vacas flacas”.
El Plan Nuclear Argentino en la picota y al borde de la desactivación. Finalmente, a mediados de año no solo se suspendieron los contratos con China, como lo manifestó el canciller Fourié, sino que, por motivos presupuestarios, se resolvió cancelar definitivamente la construcción del reactor Atucha III de tecnología Candú con financiamiento chino, que implicaba una inversión en principio de 8.000 millones de dólares.
Posteriormente, el reactor de tecnología china que se radicaría en Sierra Grande se trasladaba (sobre ruedas) para integrarse al grupo de Atucha.
A finales de ese 2018, invitado por el país, estuvo en Argentina Xi Jinping, premier chino. Se había anunciado que firmarían un sin número de convenios de todo tipo, entre los cuales se encontraba el que avanzaría en la construcción del reactor chino de nueva generación.
Para esto Argentina había recibido advertencias, tanto de Estados Unidos como de la Unión Europea, en clave diplomática, que alertaron al gobierno de Macri: No veían con buenos ojos esas negociaciones con China, así como la instalación de la estación espacial china en Neuquén y el eventual avance de la tecnología 5G en la región.
Pocos días antes, en la cumbre del G20, parece que el presidente Trump le manifestó su desacuerdo, lo que terminó de convencer a Macri de no firmar por ahora el convenio nuclear previsto.
Suficiente, el convenio no se firmó y el asunto entró en un cono de sombras largas sin definición, hasta que China, alentada por la asunción del nuevo gobierno de Alberto, volvió a la carga y presionó para que en noviembre se firmara el contrato definitivo.
Hay muchas dudas. Dentro del ambiente técnico argentino se considera inconveniente realizar semejante inversión en un proyecto “llave en mano” por una tecnología que el país no controla y, por tanto, lo convierte en dependiente de proveedores extranjeros de un producto estratégico, como es el uranio enriquecido.
Los científicos argentinos conocen a la perfección la tecnología Candú, canadiense, pero para nada la china del Hualong. La compra de este, prescinde de la tecnología canadiense y desecha en gran medida el aporte de mano de obra y técnicos nuestros al recibir el reactor llave en mano.
Por otra parte, como el reactor chino utiliza agua liviana, se descarta el uso de agua pesada, cuando somos uno de los principales productores en el mundo. (El agua pesada se utiliza en los reactores existentes).
Continuará
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