El precio del uranio | 2.° parte

Durante años la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), contó con partidas presupuestarias para continuar sus prospecciones de uranio en Chubut, a sabiendas de que, con la legislación provincial vigente, las explotaciones mineras a cielo abierto no son posibles.

Por Juan Vernieri

Cerro Solo, la mina más importante que se planea explotar alguna vez, es profunda y debe encararse con túneles, pero su inicio está previsto realizar a cielo abierto, como se muestra en la imagen.

Como las prospecciones de uranio se llevan a cabo detectando radiactividad, naturalmente los yacimientos que se encuentran antes son los superficiales, que se explotarían a cielo abierto.

El aumento del precio internacional del uranio sugiere que, para sustituir importaciones, se intentarán realizar explotaciones en el país.

En lo que a Chubut se refiere y, suponiendo que nueva legislación hiciera posibles explotaciones de uranio, propongo que antes de encarar nuevas extracciones se exija a la CNEA la remediación de los sitios contaminados que quedaron de las actividades de los años 70.

La CNEA nunca dispuso fondos para remediar los pasivos ambientales que dejó en nuestra provincia, sin embargo, la Ley N.º 25.018 creó un “Régimen de gestión de residuos radiactivos”, en la que se establece que la CNEA debe gestionar los residuos derivados de la minería del uranio; y los que provengan de yacimientos mineros abandonados o establecimientos fabriles fuera de servicio.

Así nació el Proyecto de Restitución Ambiental de la Minería del Uranio (PRAMU) que fue diseñado por la CNEA a fines del siglo pasado, y cuyo objetivo era conjurar los riesgos que representaban los sitios abandonados por la minería del uranio, según le exigía la mencionada Ley.

En 2008 el BIRF aprobó un préstamo de US$ 70 millones para financiar diferentes objetivos del PRAMU, el que se hizo efectivo en 2010. El préstamo incluye trabajos de remediación del ex complejo fabril de Malargüe (Mendoza) donde, a escasos metros de la plaza central de la población de Malargüe, habían quedado restos de tratamiento de mineral de uranio constituyendo un centro riesgoso de contaminación radiactiva para la población.

También el crédito preveía el desarrollo de opciones técnicas, ambientales y sociales para la remediación de El Chichón (Alta Córdoba), Los Gigantes y otros sitios no especificados.

Durante los años de ejecución del proyecto, la remediación no fue lo esperado inicialmente y la mayoría de los residuos contaminantes en el país siguen poniendo en riesgo la salud de las comunidades cercanas.

Pero no todo el importe del crédito del Banco Mundial fue utilizado en esa remediación de Malargüe, una buena parte se destinó a estudios, estudios, estudios, es decir sueldos (y muy buenos).

El PRAMU, la gran promesa de la CNEA durante 25 años, sin embargo, parece que de proyecto pasó a ser un ente burocrático con muchos empleados con buenos sueldos. ¿Y la remediación de los sitios contaminados con radiactividad? Poco o casi nada.

El año pasado mediante la Resolución RESOL-2023-337-APN-CNEA#MEC se fusionó la Gerencia Programa Nacional de Gestión de Residuos Radiactivos (PNGRR) con la ex Gerencia PRAMU en una nueva estructura funcional, terminando así prácticamente la vida del PRAMU.

En Argentina se extrajo uranio entre 1952 y 1997, en una decena de minas, la mayoría a cielo abierto y algunas subterráneas. En total se extrajeron unas 2.600 toneladas, con una ley promedio de un 0,1%, dicho de otra manera, para obtener un kilogramo de uranio hubo que remover diez mil kilogramos de mineral. Esto nos da una idea de la cantidad desmesurada de residuos que genera la minería del uranio.

Las colas de mineral están constituidas por el material del cual se ha extraído la mayor cantidad posible del uranio que contenía, pero gran parte de la radiactividad permanece en las colas. El 70% de la radiactividad original del mineral permanece en las colas que además contienen metales pesados que están presentes en el mineral, y otros compuestos adicionados durante el proceso, tales como amonio, nitrato, solventes, entre otros.

La remediación del sitio Malargüe se realizó mediante el proceso de ingeniería denominado “encapsulado”, consistente en la compactación del piso natural del sitio, asentando luego una capa de grava, una de suelo areno limoso y la colocación de una capa de arcilla compactada.

Las colas de mineral se asentaron sobre esa capa, se neutralizaron con cal y se compactaron. Luego se recubrieron con una cubierta multicapa de arcilla y suelo areno limoso para finalmente construir un enrocado que permita aislarlas totalmente del ambiente.

Finalmente, la CNEA y la Municipalidad de Malargüe convirtieron el sitio en una zona verde que se denominó PARQUE EL MIRADOR, inaugurado el 15 de septiembre de 2017.

En próxima nota comentaremos este parque.


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