El precio del uranio | 1.° parte
En la imagen el cartel tapa la vista del cúmulo de restos radiactivos que dejó el establecimiento minero industrial de Pichiñan (Paso de Indios). |
En los últimos tiempos el precio internacional del uranio se ha venido incrementando. Este aumento de precio puede tener incidencia en Chubut. En el año 1997 se decidió, por razones económicas, cancelar las explotaciones de uranio en nuestro país. Resultaba más barato importar que producir, ahora eso está cambiando.
Por Juan Vernieri
Las últimas variaciones son muy significativas. En diciembre 2023 alcanzó su máximo y desde allí comenzó lentamente a disminuir.
A principios de 2021 estaba alrededor de 30 dólares por libra, y en diciembre último llegó a 106,25 u$s/lbs para decaer y mantenerse alrededor de los 90 u$s/lbs, con perspectiva de volver a incrementarse.
No es difícil advertir que estas variaciones están relacionadas con el deterioro de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Rusia, debido a la guerra de Ucrania.
Rusia es el proveedor de la cuarta parte del uranio que utiliza Estados Unidos y la mitad del consumo mundial, según las últimas estimaciones. El presidente Biden firmó un proyecto de ley que prohíbe la importación de uranio enriquecido desde Rusia.
En el mundo empezaron a explotarse depósitos de uranio en 1945. En la Provincia de Córdoba se había encontrado uranio en 1938 y en setiembre de 1945, el PEN viendo la importancia que adquirían en el mundo los minerales de uranio, prohibió su exportación por considerarlo mineral estratégico.
En mayo de 1950 se crea la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y entre sus primeras acciones, suscribió un convenio con la Universidad Nacional de Cuyo, a fin de desarrollar conjuntamente programas de prospección uranífera.
En Chubut, entre los años 1952 y 1953, en muestras de areniscas asfaltíferas procedentes del valle superior del Río Chico, se encontraron anomalías radiactivas.
A mediados de 1955 la CNEA destinó una comisión de prospección geológico-radimétrica a nuestra provincia, con el objeto de investigar el área de donde provenían las muestras radiactivas mencionadas.
Dicho relevamiento descubre las manifestaciones de Cañadón Gato y Cañadón Krueger mediante prospección radimétrica terrestre y exploración geológica de superficie.
A partir de mediados de 1958 se comienza a aplicar la radimetría aérea como método de prospección, convirtiéndose a partir de 1960 en la manera más conveniente para el reconocimiento y prospección de grandes áreas. Entre 1960 y 1961, mediante esa práctica se detecta la anomalía que dio origen al yacimiento Los Adobes, explotado en 1977 con una producción de 120 tn de concentrado de uranio.
Con el mismo procedimiento surge la anomalía Cerro Cóndor, así aparecieron las dos minas que fueron explotadas en nuestra provincia.
Durante años en el país se explotaron numerosos yacimientos hasta que en el año 1997 se decidió, por razones de costos, reemplazar la producción nacional por materia prima importada.
Resultaba más barato importar que producir.
La CNEA abandonó todas las explotaciones y así quedaron un tendal de pasivos ambientales y sociales.
Pero este asunto de los pasivos ambientales da para otra nota.
Es muy probable que, con el aumento del precio internacional del uranio, la CNEA y las empresas mineras reinicien sus presiones para que se modifiquen las legislaciones de dos provincias con abundantes manifestaciones de uranio, Mendoza y Chubut, cuyas legislaciones obstaculizan la explotación.
Durante años la CNEA contó con partidas presupuestarias para continuar sus exploraciones en Chubut y nunca dispuso para remediar los pasivos ambientales que dejó.
Tanto el organismo público encargado del desarrollo nuclear en Argentina, como empresas privadas, han venido invirtiendo importantes sumas en prospecciones uraníferas en Chubut, a pesar, no solo de la legislación adversa, sino de la resistencia social a las extracciones mineras y en especial a las explotaciones de uranio.
En agosto del año pasado, la canadiense Consolidated Uranium completó la adquisición de la mina de uranio Huemul-Agua Botada, y su terreno prospectivo circundante por un total de 27.350 hectáreas, en el departamento de Malargüe, al sur de Mendoza.
Si esta empresa no tuviera el convencimiento que la legislación mendocina en la materia se modificará para hacerla más propicia a las explotaciones uraníferas, no hubiera invertido en esa compra.
Si el precio del mineral de uranio hace rentable su extracción, la CNEA y las empresas estarán prontas a encarar esa actividad, y presionarán todo lo posible para que nuevas legislaciones provinciales lo permitan.
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