Sigue borroso el futuro de los reactores nucleares pequeños

Mockup del pequeño reactor modular de NuScale. Crédito: A. Cho / Science.


En octubre del año pasado, en una serie de notas tituladas “BORROSO FUTURO DE LOS REACTORES NUCLEARES PEQUEÑOS”, pusimos en duda la aseveración de que los pequeños reactores nucleares modulares (SMR) serían el futuro de la industria nuclear.

Por Juan Vernieri

A principios de este mes se divulgó la noticia de que cancelan acuerdos para la construcción de pequeños reactores modulares NuScale, en Estados Unidos. Este proyecto prometía energía nuclear más barata, pero la inversión se disparó y las empresas de servicios públicos se resistieron a mantener el compromiso de compra.

Los SMR pueden producirse en masa en una fábrica y enviarse completos a un sitio. Un plan para construir una nueva central nuclear compuesta por seis pequeños reactores modulares (SMR) fracasó el 7 de noviembre, cuando los posibles clientes de su electricidad se echaron atrás.

Utah Associated Municipal Power Systems (UAMPS), una coalición de sistemas de energía de propiedad comunitaria en siete estados del oeste, se retiró de un acuerdo para construir la planta, diseñada por NuScale Power, porque muy pocos miembros aceptaron participar.

El proyecto, subsidiado por el Departamento de Energía (DOE), buscaba revivir la moribunda industria nuclear estadounidense, pero su costo se había disparado a 9.300 millones de dólares.

Mason Baker, director ejecutivo y director general de UAMPS, que planeaba construir la planta NuScale en Idaho, dijo: “En el corto plazo, nos centraremos en… ampliar nuestra capacidad eólica, haciendo más energía solar a escala de servicios públicos y baterías”.

Para algunos observadores, el colapso del plan también plantea dudas sobre la viabilidad de otros reactores avanzados planificados, destinados a proporcionar energía limpia con menos inconvenientes que los reactores existentes. El de NuScale fue el más convencional de los diseños y el más cercano a la construcción. “Hay muchas razones para pensar que los otros proyectos van a ser aún más difíciles y costosos”, dice Edwin Lyman, físico y director de seguridad de la energía nuclear en la Unión de Científicos Preocupados.

Además, frente a la gran disparidad de proyectos, los NuScale son presuntamente los de menores costos, ya que los ingenieros diseñadores confían en algunas novedades tecnológicas: entre ellas utilizar la convección para impulsar el agua de refrigeración a través del núcleo del reactor, eliminando la necesidad de costosas bombas.

Recordemos que en aquella serie de notas vimos que Argentina, Francia, India, Canadá, China, Reino Unido, Rusia, Corea del Sur, Estados Unidos y Japón eran los países más avanzados en el desarrollo de estos reactores pequeños. Y que Rusia ya tenía dos SMR operativos en la barcaza Akademik Lomonosov, uno en construcción en Seversk, y varios en etapa de diseños; China un HTM en operación y un ACP100 en construcción; Argentina tenía, y sigue teniendo uno, el CAREM, en demorada construcción y los demás países se encuentran en prolongada etapa de diseño, algunos durante décadas.

Se estimaba en 2022 que estos SMR producirían electricidad a un costo de US$ 105 a 135/MWh. Ya entonces se advertía el excesivo valor, ahora incluso se incrementarán con los aumentos de la inversión.

Entonces decíamos que debido a que los SMR han estado y estarán, como los grandes reactores, sujetos a retrasos y sobrecostos, no se ve que podrían volverse económicos, incluso, en las mejores circunstancias.

No se ha divulgado y parece que no se sabe aún, el costo de la energía que produciría el CAREM, que se pretende en el futuro fabricar para exportación, pero sin este número preciso y bajo, será muy difícil que alguien lo quiera comprar.

El NuScale utiliza el mismo combustible de uranio poco enriquecido que los reactores de energía existentes, característica que propicia su competitividad.

Cuando la autoridad regulatoria nuclear (NRC) aprobó el diseño, el costo del proyecto había aumentado a 6.100 millones de dólares. Eso llevó al DOE a aportar 1.400 millones de dólares. En enero, un análisis reveló que el costo había aumentado en 3 mil millones de dólares adicionales.

A pesar de los esfuerzos realizados para reducir costos, la electricidad de la planta costaría 89 dólares por megavatio-hora, más cara que la eólica o solar a escala de servicios públicos (eólica US$ 25 a 32/MWh y solar US$ 32 a 37/MWh).

El 7 de noviembre, 26 de los 50 miembros de la asociación UAMPS que se habían inscrito en el proyecto, votaron a favor de ponerle fin.


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