Hablemos de cementerios nucleares | 2.° parte
En todo el mundo hay más de 20 depósitos nucleares nuevos de este tipo, en estudio y desarrollo, y en la gran mayoría de ellos falta la aquiescencia social.
Por Juan Vernieri
Como vimos en nota anterior, Francia decidió enterrar sus desechos nucleares en el subsuelo de Bure, un pequeño pueblo del este del país. Pero los habitantes de la zona no ven con buenos ojos este faraónico proyecto.
“Quisiera encontrar elementos positivos, pero no los hay. Somos agricultores, queremos vivir aquí, y este proyecto nos lleva a un futuro incierto. Tan solo con la fase de las obras… será el proyecto de construcción más grande jamás realizado en Francia y quizás en Europa, con 30 mil millones de euros durante 120 años y 2500 personas movilizadas. Y seguro habrá conflictos entre los opositores al proyecto y los gendarmes, vivimos con esto. Entonces, si el proyecto se realiza, será muy duro para nosotros”, advierte Julien Robert, alcalde de un municipio vecino.
Para vencer la desconfianza de los habitantes, la poderosa industria nuclear estatal francesa entrega subsidios a los municipios aledaños. La agencia de los residuos radiactivos pagó la remodelación de una iglesia. Y los habitantes reciben ayudas financieras para sus gastos energéticos. Migajas que intentan mitigar la pérdida del futuro.
En entrevista, Patrice Torres, director técnico de la empresa estatal ANDRA asegura que la zona seguirá siendo habitable. Y que las chimeneas de escape de las emanaciones radiactivas del subsuelo no amenazan la salud de los vecinos.
Desechos peligrosos
“No hay ninguna ambigüedad, los residuos radiactivos que queremos almacenar aquí son peligrosos. Si no lo fueran, no tendríamos que protegernos de esta forma”, admite Torres.
“Pero hemos probado que la instalación será robusta y estamos preparados a los diferentes riesgos. Se habla de las emanaciones de las chimeneas… Por supuesto que la zona seguirá siendo habitable. No habrá que evacuar a nadie”, asegura.
El proyecto de Bure ha suscitado movilizaciones populares importantes. En 2018, la policía expulsó a decenas de activistas antinucleares que se habían instalado en el bosque ubicado sobre el planeado cementerio. Los activistas no bajan la guardia y prevén otras movilizaciones.
Francia lleva décadas preparando en Bure el llamado Cigeo, el gigantesco almacén subterráneo para enterrar 80.000 metros cúbicos de residuos radiactivos, que suponen solo el 3% del total nacional, aunque por su altísima radiactividad de larga duración, sumarán el 99% de la radioactividad total de todos los desechos nucleares que tiene el país, según las organizaciones ecologistas locales.
Aparte de los motivos ecológicos inmediatos, “uno de los mayores peligros puede venir también de los cambios geopolíticos”, explicó Marie Colline, una militante ecológica.
“Hace un siglo, aquí mismo, fue la Primera Guerra Mundial. Estamos a 80 kilómetros de Verdún, y hace ya bastante que la memoria colectiva ha olvidado dónde fueron enterrados los desechos militares de la guerra, que continúan contaminando nuestros campos y ríos en la actualidad”. Por eso mismo, un proyecto como el Cigeo, de una envergadura sin precedentes, es “demasiado arriesgado”, indicó, ya que “nadie puede comprometerse a concluirlo” y, de hecho, no hay ninguna certeza sobre cómo garantizar que ese enterramiento siga siendo seguro con el paso de los siglos. (Fuente RFI)
Desde junio de 2016, los opositores al cementerio nuclear multiplican las acciones de bloqueo y sabotaje de las obras preparatorias de CigEo.
“Salvemos el bosque de Mandres, bloqueemos Cigeo” Es jueves 9 de junio, son las 5:30 horas de la mañana, en Bure. Sesenta siluetas se entrevén en un horizonte con niebla en el que el sol del amanecer está apareciendo. Vestidos de trajes blancos, dotados de máscaras, palas, picos, avanzan de frente detrás de una pancarta que proclama “No a las máquinas taladoras en nuestros bosques”. ¿Su objetivo? “Bloquear los trabajos que ANDRA ha iniciado en el bosque comunal de Mandres-en-Barrois” explica, entre los manifestantes, Michel Labat, uno de los habitantes de este pueblo situado a apenas 2 kilómetros del laboratorio de investigación.
Este bosque frondoso de aproximadamente 300 hectáreas debería ser arrasado para permitir la construcción de una de las dos grandes instalaciones de superficie del proyecto, “la zona de los pozos, que ventilarían los 300 kilómetros de galerías almacenadoras de residuos, excavadas 500 metros más abajo”.
Desde mayo, vallas, camiones, excavadoras y vigilantes residen en este territorio que la agencia ha recibido en julio de 2015, y que hasta entonces había sido un bosque comunal. “¡Una jugarreta escandalosa!” “¡Mientras que en 2013 rechazamos una primera propuesta de ANDRA durante una consulta, 2 años y medio más tarde, el consejo municipal ha votado por su cuenta a las 6 de la mañana la cesión del bosque!” Desde entonces, algunos habitantes se han organizado para contestar la decisión y recuperar el bosque: “recursos jurídicos, reuniones públicas, recursos ante el tribunal administrativo, hemos hecho muchas cosas”. Pero a ANDRA le da igual y ha empezado las obras. Desde principios de junio, la agencia ha llevado a cabo las primeras talas, “probablemente ilegales, casi seguro para cercar todo el bosque”, asegura Michel Labat. (Fuente: reporterre.net)
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