Hablemos de cementerios nucleares | 1.° parte

Pancarta contra el proyecto Cigeo, Francia. Crédito: Eric Molodtzoff / France3 Lorraine.


En todo el mundo hay más de 20 depósitos nucleares nuevos, en estudio y desarrollo.

Por Juan Vernieri

Ante el reto del almacenamiento de toneladas de residuos de sus plantas nucleares, Francia se decidió por enterrarlos en el subsuelo de Bure, un pequeño pueblo del este del país. Pero los habitantes de la zona no ven con buenos ojos este faraónico proyecto.

Bure es una población de la región de Lorena, departamento de Mosa, en el distrito de Bar-le-Duc y cantón de Montiers-sur-Saulx.

Con su iglesia, su monumento en memoria a los antiguos combatientes y sus tractores que circulan entre los cultivos, Bure se parece a muchos pequeños pueblos franceses. Con la diferencia de que, en 2035, su subsuelo podría convertirse en un cementerio con miles de toneladas de residuos de combustibles radiactivos.

Aquí, debajo de esta tierra que en invierno se cubre de una delgada capa de nieve, se planea un proyecto faraónico de 270 km de galerías para confinar residuos radiactivos en barriles de acero.

Con sus 56 reactores nucleares que producen electricidad, Francia tiene la segunda red mundial más importante del mundo de plantas nucleares y produce, desde los años 70, residuos de uranio gastado que no se pueden reciclar. Estas sustancias altamente radiactivas por miles de años están almacenadas por el momento en las mismas plantas nucleares.

El estado francés, en busca de una solución a muy largo plazo, optó por enterrarlos en Bure.

El pueblo cumple con varios criterios: 1) su población es de solo 80 habitantes, 2) es una zona con poca actividad económica, 3) no es sísmica y, sobre todo, 4) cuenta con una espesa capa de arcilla, particularmente adaptada para evitar filtraciones, según ingenieros y geólogos.

Es una roca muy poco permeable. La circulación del agua es extremadamente lenta en sus poros. Además, la arcilla tiene propiedades de retención. Es capaz de secuestrar la mayoría de los elementos radiactivos de los residuos y desacelera la migración de estos elementos, de tal forma que cuando salga de la capa de arcilla, ya no serán peligrosos para el ser humano y el medioambiente”, comenta Audrey Guillemet, geóloga y encargada de comunicaciones de ANDRA, la autoridad estatal francesa de gestión de los residuos radiactivos.

Se designó ese emplazamiento por sus características geológicas, un tipo de roca de 160 millones de años que debería ofrecer, en teoría, mayores garantías de contención que otros suelos a la hora de albergar un almacén subterráneo para miles de años.

En medio del austero paisaje de cultivos de cereales, se instaló el laboratorio subterráneo donde, desde hace dos décadas, ingenieros estudian la resistencia de la roca en el marco del proyecto Cigeo, acrónimo que designa el faraónico proyecto de almacenamiento geológico de residuos radiactivos: más de 200 kilómetros de galerías, decenas de miles de toneladas de residuos que permanecerán radiactivos durante miles de años y cerca de 30.000 millones de euros de presupuesto.

En esta red de galerías subterráneas, y en medio del ruido intenso de las tuberías de ventilación, obreros y científicos observan las características de la roca y concluyen que podría resistir a las temperaturas de 70 grados de los residuos radiactivos y contener la radiación que emiten.

A pocos kilómetros, del laboratorio piloto, el alcalde de Mandres en Barrois, Julien Robert, al igual que numerosos habitantes, es muy escéptico sobre este proyecto. Robert se dedica a la agricultura y para él, el megaproyecto de almacenamiento profundo del material radiactivo en el subsuelo del municipio es incompatible con su actividad.

La población local es consciente que se instalarán chimeneas que emitirán gases con isótopos radiactivos permanentemente.

Comenta el alcalde: “Nuestra junta municipal emitió una opinión desfavorable al proyecto Cigeo”. Además de preocuparles que el proyecto reducirá la disposición de agua potable del municipio, manifiesta: “Lo que me preocupa también es la extracción del aire viciado subterráneo. Habrá grandes extractores de aire que sacaran cientos de miles de metros cúbicos de aire por hora. Pero imagínense, si hay un problema algún día en el subterráneo, ¿qué pasará para las poblaciones de alrededores? Hablamos de los próximos 40 años. Esto concernirá a nuestros hijos”, insiste el alcalde. (Fuente RFI)

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