El riesgo sísmico de la Central Nuclear Embalse | 2.° parte

Un ejemplo de la Falla de las Sierras Chicas. En la localidad de Santa Rosa de Calamuchita como resultado de esfuerzos compresivos, las litologías de edad más antigua (542 millones de años) que forman el techo de la falla, se encuentran sobre la litología más joven (alrededor de 2 millones de años). Podemos imaginar la magnitud de los esfuerzos compresivos que han actuado en toda la sierra. Foto y texto: Sagripanti, Bettiol, Seitz.


por Cristian Basualdo

Viene de una primera parte.

Guillermo Sagripanti es doctor en ciencias geológicas, docente e investigador de la Universidad Nacional de Río Cuarto (UNRC), donde encabeza un grupo de estudio de la sismología de Córdoba, estima que futuros terremotos podrían alcanzar la magnitud de 6,6. Consultado por El Puntal de Río Cuarto sobre la falla cercana a la Central Nuclear Embalse, dijo que: “A escasos metros de la Central hay una falla que forma parte del sistema de fallas de las Sierras Chicas. Viene del norte de Carlos Paz y nosotros encontramos evidencia hasta aquí, en el arroyo de Tegua, a la altura de Gigena, de formaciones que generaron los terremotos prehistóricos”.

En las investigaciones paleosismológicas y neotectónicas se considera que el pasado es la llave del futuro, donde hubo fuertes terremotos, estos volverán a repetirse. El grupo liderado por Sagripanti completó el registro de sismicidad prehistórica de la zona en cuestión, a partir del relevamiento e interpretación de evidencias de terrenos prehistóricos. Hasta el presente se han interpretado al menos 4 fuertes terremotos que habrían alcanzado la magnitud de 6,6 ocurridos en los últimos 4 mil años.

El equipo de la UNRC propone la recategorización de algunas zonas de peligrosidad sísmica de Córdoba. Además, confeccionó un manual para los colegios secundarios con el título Terremotos, nuestro planeta vibra bajo el poder de su energía.

Riesgo sísmico = Amenaza + Vulnerabilidad + Costo económico

Si consideramos la fórmula del subtítulo, vemos que el riesgo sísmico aumenta considerablemente con la presencia de una central nuclear, porque el costo económico sería enorme en el caso del máximo accidente nuclear posible, que en Embalse pondría en peligro más de 4 millones de personas en un radio de 300 kilómetros alrededor de la planta, según estimaciones de Greenpeace.[5]

En la Audiencia Pública del proyecto extensión de vida de la Central Nuclear Embalse, Adriana Politi, funcionaria de la Autoridad Regulatoria Nuclear, comentó que hay una gran inquietud respecto a la falla de Sierra Chica, y que las otras fallas son las de Comechingones y la de Despeñaderos. Informó que la primera de ellas fue tenida en cuenta como una falla activa geológicamente y que exhibe movimientos tan lentos que la posibilidad de que afecte a cualquier estructura es muy baja.[6]

El Foro Ambiental Córdoba sostiene que jamás debió construirse una central nuclear próxima a una falla geológica, porque el riesgo resulta inaceptable. Entre los fundamentos a su rechazo a la extensión de vida señaló que la posición exacta del tramo de la falla de las Sierras Chicas, adyacente a la Central Nuclear Embalse, no ha sido determinada en forma concluyente. Tampoco se cuenta con información que permita asignar el período de recurrencia a las estimaciones de máxima aceleración en el sitio que podría llegar a generar en el emplazamiento de la Central Nuclear Embalse un sismo que se genere en este sector de la falla.

Tierra que tiembla

Filósofos engañados que gritan: “todo está bien”/ ¡Vengan y contemplen estas ruinas espantosas!”, escribió Voltaire luego del terremoto que destruyó Lisboa el día de todos los santos de 1755. El conocimiento sobre los terremotos no ha progresado tanto desde los tiempos de Voltaire, el estudio del planeta es muy reciente, hace tan solo medio siglo que la comunidad científica asumió la tectónica de placas. Los modelos no son precisos como para dar predicciones con la suficiente anticipación.

Entre tanta incertidumbre de algo podemos estar seguros: Córdoba es tierra de sismos, el más recordado es el de Sampacho (a unos 130 kilómetros de la Central Nuclear Embalse) el 10 y 11 de junio de 1934, no hubo muertos, pero las sacudidas redujeron el casco urbano a escombros. La palabra Sampacho resulta de la conjunción de dos topónimos quechuas, Sampa Pacha, una de cuyas acepciones es tierra que tiembla. Otros sismos de intensidad se registraron en Deán Funes en 1908 de magnitud de 6,5, Villa Giardino en 1947 de magnitud 5,6 y Cruz del Eje en 1955 de magnitud 6,7.


Edición de La Voz del Interior del 23 de junio de 1934.

Más cercano en el tiempo, los pobladores de Embalse, Villa del Dique y Villa Rumipal, se vieron sorprendidos el 19 de agosto de 2019 por un sismo de magnitud 2,6 a una profundidad de 8 kilómetros, que “provocó que el frente de onda no se atenuara, no perdió energía, y por eso la gente lo percibió como una explosión o un trueno”, explicó Sagripanti en dicha oportunidad.

En Córdoba hubo terremotos, los acaba de haber y los habrá. En la Central Nuclear Embalse, incluso después de las revaluaciones y cambios de diseño para incrementar su robustez, persisten incertidumbres sustanciales en los resultados. Recién cuando nos toque bailar la danza de la tierra, sabremos si la central nuclear resistirá un gran sismo, o, por el contrario, fallará con las primeras sacudidas.


Referencias:

  1. Gordon R. Thompson, Riesgo de operar reactores CANDU, Institute for Resource and Security Studies, noviembre 2008, traducción junio 2013.

  2. Informe final de Audiencia Pública Ambiental del Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto de Extensión de Vida de la Central Nuclear Embalse, pg. 10. Salón Tío Tom, Embalse, 7 de Julio de 2016.

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