El riesgo sísmico de la Central Nuclear Embalse | 1.° parte
Las obras de la Central Nuclear Embalse hacia 1977. |
El conocimiento sobre la geología de la zona de emplazamiento de la Central Nuclear Embalse indicó que la sismicidad es más alta que la asumida durante su diseño y construcción.
Por Cristian Basualdo
El Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) incluyó a Córdoba en un grupo de provincias donde es de gran importancia aumentar el monitoreo sísmico, las otras son Santiago del Estero, Salta, Jujuy, Tierra del Fuego, Santa Cruz y Buenos Aires. El Nuevo Mapa de Peligrosidad Sísmica de Argentina incorporó todos los datos sismológicos registrados en las últimas décadas, procesados a través de metodologías complejas y actuales para la estimación de la amenaza.[1] Sus aplicaciones están enfocadas en la identificación de las regiones de Argentina que tienen mayor amenaza sísmica de la conocida, y en sus puntos estratégicos como: represas hidroeléctricas, centrales nucleares, diques de cola y zonas potenciales de deslizamientos de laderas, entre otros.
El Inpres señala que el nuevo mapa “no muestra una nueva realidad sísmica para el país, sino que hoy hemos sido capaces de caracterizar de mejor manera la amenaza que siempre existió”. Roberto Martino, geólogo especialista en tectónica de placas del Conicet y la Universidad Nacional de Córdoba, manifestó que “Córdoba es una provincia grande, con varios cordones montañosos importantes, grandes obras de infraestructura, diques, represas y una central nuclear, por lo que es importante conocer su amenaza sísmica en profundidad”, en declaraciones a La Voz del Interior.
Una revisión de la documentación oficial muestra que la tierra no está firme y estable debajo de la Central Nuclear Embalse, ubicada a unos 100 kilómetros al sur de la capital provincial, “a escasa distancia de las Sierras Chicas de Córdoba, que constituye el extremo oriental de las Sierras Pampeanas. Esta cadena montañosa ha sido generada por basculamiento de un bloque a lo largo de una falla regional, denominada falla de la Sierra Chica”, según describe un estudio del lugar.[2] Hay un párrafo inquietante que se repite tanto en la documentación de Nucleoeléctrica Argentina SA (la empresa estatal que opera la central) como de la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN): “El conocimiento sobre la geología del sitio de Embalse, indicó que la sismicidad de la región era más alta que la asumida durante el diseño y la construcción de la planta”.[3]
Hablar del riesgo sísmico de una instalación nuclear es abordar la complejidad. Entre los numerosos parámetros utilizados en sismología y evaluación de obras civiles se destaca la aceleración sísmica (PGA, Peak Ground Acceleration), que es la que sufre la superficie del suelo durante un terremoto, la unidad utilizada para medirla es la aceleración de la gravedad (g = 9,81 m/s²).
La Central Nuclear Embalse fue diseñada en la década de 1970 por Atomic Energy of Canada Ltd. y un consorcio de empresas de ingeniería locales liderado por Techint, utilizando una PGA de 0,15 g para el sismo base de diseño, un valor utilizado en la práctica del diseño sísmico de las centrales nucleares en Canadá para el tiempo en que se diseñó la central cordobesa.[4]
En 1980, el Inpres realizó una evaluación del riesgo de movimiento del suelo en la zona en cuestión, e incrementó la PGA a 0,35 g. Pero hay un detalle crucial, para ese entonces, ya estaba levantado el edificio del reactor, consistente en una cáscara cilíndrica y domo superior de hormigón prentensado, sumado a un edificio interno conformado por losas y tabiques de hormigón armado, conectados a una platea de fundación. Dicho edificio fue descripto como un “enorme cilindro de cemento” por el periodista Gustavo Tobi en una nota para Canal 12 de 1979.
Entonces, los funcionarios del átomo reevaluaron el comportamiento sísmico del diseño, y encargaron al consultor externo D’Appolonia una reevaluación del ambiente sísmico, lo que resultó en una reducción de las demandas de PGA de 0,35 a 0,26 g. El diseño original fue considerado adecuado y no se incorporaron refuerzos estructurales.
Pasaron los años, y las reevaluaciones sísmicas realizadas a partir de 2006, en el marco de la extensión de vida del ya viejo reactor, determinaron un rango de valores de PGA entre 0,25 g y 0,37 g del evento sísmico condicionante para un afloramiento de roca en terreno natural, correspondiente a un sismo de magnitud 6,6. Conviene recordar este número, volverá a aparecer en una próxima nota sobre el mismo tema.
Referencias:
Este mapa muestra una distribución gradual de colores y no existen Zonas Sísmicas, lo cual es una de las grandes diferencias respecto del mapa vigente. Desde su primera versión en 1964, el mapa ha sido actualizado en 1972, 1977, 1983 y 2022.
Ricardo Rocca, Carlos Prato, “Escenarios sismogénicos para verificación del comportamiento sísmico del edificio del reactor de la Central Nuclear de Embalse”, mayo 2007, Centro de Vinculación de Ensayos No Destructivos y de Evaluación de Obras de Infraestructura Civil de la FCEFyN de la UNC.
La frase se encuentra en el Informe de Evaluación de Resistencia Realizada a las Centrales Nucleares Argentinas, 2012, Autoridad Regulatoria Nuclear, pg. 65; y también en el Estudio de Impacto Ambiental del Proyecto de Extensión de Vida de la Central Nuclear Embalse, febrero 2016, Nucleoeléctrica Argentina SA, pg. 221.
El sismo base de diseño fue definido como el sismo que tiene una posibilidad estimada de ocurrencia no mayor a 0,001 eventos por año. Se adoptó un espectro de respuesta del suelo tipo Housner.
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