Cómo Nucleoeléctrica y la Autoridad Regulatoria Nuclear ocultaron la falla de Atucha II

Cuando el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi, visitó el Sitio Atucha el 18 de octubre de 2022, el reactor Atucha II estaba parado por una falla grave. Actualmente sigue igual. Foto: Nucleoeléctrica Argentina.

Por Cristian Basualdo

El 1 de agosto de 2022, durante la operación de recambio de elemento combustible en el Canal AD13 del reactor Atucha II, los sistemas operativos de alerta temprana detectaron una variación en la curva peso-posición, razón por la cual los técnicos de Nucleoeléctrica suspendieron la operación y dejaron el canal sin el elemento combustible. El desperfecto se produjo al final de una prolongada parada de unos cinco meses y medio, durante la cual se realizaron tareas de mantenimiento en los internos del reactor.[1]

Al día siguiente, la central se puso en marcha, elevando gradualmente la potencia sin superar el 60% de su capacidad. En estas condiciones, operó hasta el 9 de octubre de 2022, cuando salió de servicio de manera manual, “debido a la detección de vibraciones en la turbina” según notificó la Autoridad Regulatoria Nuclear (ARN) en la sección Informes sobre sucesos notificados de su página web.

El 18 de octubre, visitó el sitio Atucha el director general del Organismo Internacional de Energía Atómica, Rafael Grossi. “Los nombres de Atucha y Lima están presentes en todo el mundo”, dijo Grossi. Después que se fue, Nucleoeléctrica dio la mala noticia, el 25 de octubre emitió un comunicado explicando que personal de la empresa había detectado que “un componente interno del reactor se había desprendido y desplazado de su lugar de diseño”. En un comunicado posterior dijo: “Sabemos qué hacer y cómo hacerlo”, y destacó que la planta se mantendrá en parada.

El 3 de enero de 2023, Nucleoeléctrica registró en el Mapa de Alertas del Ministerio de Ambiente bonaerense un evento no programado en Atucha, con fecha de inicio 9 de octubre de 2022. En la descripción del evento, la empresa estatal dejó asentado: “Salida de servicio de la Central Nuclear Atucha II, debido a inconvenientes en equipos y componentes de la zona radiológicamente controlada”.[2]

Una mala praxis regulatoria

Para esta nota, efectué cuatro pedidos de acceso a la Información Pública a Nucleoeléctrica y uno a la ARN. A continuación, lo que hago es remarcar lo obvio.

Comencemos con la falla de la turbina. Le pregunté a Nucleoeléctrica las causas de las vibraciones, y solicité que indique los equipos, componentes o sistemas que fallaron, y las acciones emprendidas para subsanarlas. La empresa estatal respondió que “el diseñador de la turbina analiza la posibilidad de que las vibraciones en estos tipos de turbina sean a causa de dilataciones térmicas normales”, y que “está en estudio por parte del diseñador el modelado numérico de la turbina para reproducir este fenómeno”.

Ahora pasemos a la falla del reactor. Nucleoeléctrica manifestó que el 23 de octubre de 2022 se detectó, en una inspección visual de internos del reactor con cámaras de video, “una pieza fuera de su posición original de montaje denominada separador”. El mismo consiste en un disco de acero de 160 milímetros de diámetro y 90 milímetros de alto, y está montado sobre el cuerpo de relleno central inferior del reactor. Se trata de un sistema de seguridad pasivo, para asegurar el flujo del refrigerante primario en eventos que impliquen la caída del tanque moderador.

Una primera conclusión es que la falla del reactor es más concreta y mucho más grave que las vibraciones en la turbina. Además, es el motivo por el cual la central está parada sin fecha cierta de puesta en marcha.

Cuando la ARN notificó las vibraciones en la turbina, sabía perfectamente que 71 días antes se había producido el desperfecto en el reactor y decidió ocultarlo. Como la primera impresión es lo que cuenta, era importante que el público asocie la parada de Atucha II con un problema convencional, fuera de la zona nuclear. Dos meses después, el 22 de diciembre, la ARN actualizó su notificación original para agregar que “durante la realización de inspecciones en el reactor, se detectó un desperfecto mecánico”. Reescribir los comunicados es una mala praxis por parte de un organismo regulador, porque impide que los distintos actores sociales puedan seguir la evolución del problema. La ARN utiliza una estrategia orwelliana en sus comunicados, que consiste en explicar medias verdades y demorar el tiempo necesario para acomodar los datos en que se basan.


Referencias:

  1. En el marco del denominado “Programa de realización de mejoras y/o cambios de diseño a través del programa de intervención del reactor 2017-2023” se retiraron tres tubos guía SH de las barras de control hidráulicas, en su lugar se colocaron tapones bayoneta. Además, se retiraron nueve tubos guía de las sondas de flujo neutrónico. Se reemplazaron por tubos guía de nuevo diseño.

  2. Las industrias de “tercera categoría” deben informar ante el Ministerio de Ambiente de la Provincia de Buenos Aires cualquier eventualidad dentro de sus operaciones habituales, en las que pueden llegar a impactar en el ambiente y/o generar algún tipo de preocupación a la comunidad (Resolución 3722/16). En el Mapa de Alertas la ciudadanía se puede informar sobre estos eventos, su localización, las causas y la posible afectación al entorno.


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