La caída del factor de capacidad de Atucha II


por Cristian Basualdo

La Central Nuclear Atucha II, otrora joya del plan nuclear relanzado en 2006, se convirtió en el mayor fracaso tecnológico de la Argentina moderna. El año pasado, generó menos de un cuarto de la energía que debería haber generado, y su reactor sufrió una falla que la dejó parada sin fecha cierta de reinicio.

Una manera práctica de evaluar el desempeño de una instalación generadora de electricidad es mediante el factor de capacidad: Es el cociente entre la energía realmente generada en un período determinado (puede ser un mes, un año, o el tiempo acumulado de funcionamiento), dividida por la energía que hubiera generado funcionando al máximo de su capacidad en ese mismo período.

Las centrales nucleares se caracterizan por tener factores de capacidad superiores a 0,8 (80% expresado de forma porcentual), por eso se dice que la nuclear es una energía de base, por eso también, la publicidad de Nucleoeléctrica repite que las centrales nucleares “brindan electricidad estable y continua al sistema los 365 días del año ya que no dependen de factores estacionales”.

Según datos del Sistema de Información sobre Reactores de Potencia del Organismo Internacional de Energía Atómica, el factor de capacidad de Atucha II fue 20,7% en 2022. El factor de capacidad acumulado entre 2016 y 2022 fue 48,6%. Son valores muy bajos para una central nuclear.


Publicidad de Nucleoeléctrica que muestra a la Central Nuclear Atucha II. La otrora joya del plan nuclear estuvo parada cinco meses y medio durante 2022.


Desde el inicio de sus operaciones comerciales, Atucha II sufre recurrentes roturas y deformaciones en los internos de su reactor, lo que obliga a Nucleoeléctrica a sacar y poner piezas, intentando solucionar los errores de diseño y/o montaje.[1] Además, la central presentó fallas en una bomba de refrigeración del sistema primario, objetos y materiales extraños atascados en las tuberías, entre otros desperfectos.

Los técnicos de Nucleoeléctrica ven a Atucha II como “un injerto”. “Es como un Taunus del 80, pero armado en 2014. Por eso siempre tiene problemas”, admitieron en reserva a Econo Journal.

La nueva “zanahoria” de Nucleoeléctrica para el público argentino está en sus objetivos estratégicos para el 2030: un factor de capacidad del 87% para Atucha II, y una política denominada “cero scrams”, de reducción de las salidas de servicio no programadas de las centrales.[2]

Con el dinero gastado en el completamiento de Atucha II se podrían haber instalado unos 2000 megavatios eólicos, más efectivos, mucho menos riesgosos, más capaces de contribuir a la seguridad energética y los objetivos ambientales, no necesitan uranio para funcionar, ni generan residuos radiactivos.


Referencias:

  1. Formalmente, a este procedimiento Nucleoeléctrica lo denominó: “Programa de realización de mejoras y/o cambios de diseño a través del programa de intervención del reactor 2017-2023”.

  2. Ver: Reporte Integrado de Nucleoeléctrica Argentina S.A. - Comunicación de progreso 2021 Pacto Mundial - Sección VII - Plan Estratégico, página 46.


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