La usura nuclear

El primer Hualong One. Fuquing-5 inició sus operaciones comerciales el 27 de noviembre de 2020, es el reactor de referencia para Atucha III. Foto: Corporación Nacional Nuclear China.

Argentina importará un reactor nuclear de China a un costo muy por encima de los costos actuales de reactores similares.

por Cristian Basualdo

A última hora del martes 1 de febrero de 2022, la Corporación Nacional Nuclear China (CNNC) anunció en su cuenta de WeChat que había firmado con Argentina el contrato de ingeniería, suministro y construcción de un reactor nuclear Hualong One.

El acuerdo financiero aún no se firmó, no obstante, el costo del reactor sería de 8.300 millones de dólares, según declaraciones a la prensa de José Luis Antúnez, presidente de Nucleoeléctrica Argentina SA, la empresa estatal argentina que firmó el contrato con la CNNC.

Así las cosas, Argentina estaría pagando un precio de unos 7.600 dólares por kilovatio, muy por encima de los costos actuales de reactores similares. Hay 4 Hualong One operando en el mundo, 2 unidades de demostración en China (Fuquing-5 y Fuquing-6), y 2 en Pakistán (Karachi-2 y Karachi-3); estos últimos son los únicos Hualong One construidos por China en el extranjero, a un costo de 5.000 dólares por kilovatio. El año pasado, Cao Shudong, vicedirector general de la CNNC, le dijo a Reuters que el costo de construcción del Hualong One era de 17.000 yuanes chinos por kilovatio (unos 2.600 dólares por kilovatio).

No se sabe por qué China fija el precio del reactor en 8.300 millones de dólares, ni por qué Argentina lo acepta. Solo se pueden hacer conjeturas acerca de los motivos del sobrecosto: los mayores tiempos de construcción previstos, los mayores costos de la mano de obra, el costo de las tareas especializadas que realizarán los técnicos chinos, la posible transferencia de la tecnología de fabricación de los elementos combustibles, la extensa cadena de suministros, las posibles obras de infraestructura no relacionadas con el reactor, entre otras.

Un documento del Departamento de Estado norteamericano (The Elements of China Challenge, página 24), fechado en noviembre de 2020, sostiene que Pekín persigue contratos nucleares no sólo proporcionando la financiación preliminar, sino también, “en el caso de Argentina, ofreciendo un fondo de más de 2.000 millones de dólares para utilizarlo como el gobierno considere oportuno”. En el análisis de esta declaración hay que considerar que Estados Unidos enfrenta a China por intereses geopolíticos, el mismo documento se refiere a Argentina y Brasil como el “patio trasero” de Estados Unidos.

El Hualong One (Dragón chino número uno) es producto de la fusión de los diseños de las empresas estatales chinas CNNC y China General Nuclear (CGN), obligadas por Pekín a racionalizar sus diseños de reactores. La CNNC es la empresa más grande, surgida del antiguo Ministerio de Energía Nuclear, Gu Jun, su presidente, le dijo a Reuters que la empresa estaba impulsando el “desarrollo acelerado” del sector y la “construcción a gran escala” del Hualong One. Según los planificadores de Pekín, deberían ponerse en marcha al menos 6 nuevas unidades cada año para beneficiarse de las economías de escala.

En Argentina, el lobby nuclear cambia recurrentemente sus declaraciones sobre las condiciones del crédito chino. Los números que más derramaron los tinteros de la prensa local fueron: 8.000 mil millones de dólares a 20 años con 7 % de interés y 8 años de gracia, China aportaría el 85% y Argentina el 15% restante. Luego de firmado el contrato con la CNNC, los funcionarios del átomo declararon 8.300 millones de dólares, y la nota más reciente sobre el tema de Página/12 informa de 8.700 millones de dólares. Además, Nucleoeléctrica está pidiendo a China que aporte la totalidad de monto, porque la crisis económica Argentina le impide desembolsar el 15%, unos 1.200 millones de dólares.

Haciendo el cálculo con 8.300 millones de dólares a pagar en 20 años, con 7% de interés y 8 años de gracia, Argentina deberá pagar una cuota anual de unos 1.400 millones de dólares durante 12 años.

Las cuotas que no paguemos se sumarán a la deuda con China, por anatocismo, convirtiendo a Pekín en un destino obligado de los futuros ministros de economía argentinos. Xi Jinping puede dormir tranquilo, Argentina pagará con sus ecosistemas, cediendo más predios como el de Bajada del Agrio, o con el hambre de sus habitantes. No hay que pensar al Hualong One como una obra de ingeniería, sino como un momento de aceleración en la línea temporal del endeudamiento argentino, perpetuo y creciente, como lo fueron en su momento el plan Brady o el bono a cien años del “Toto” Caputo.


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