Otra manifestación de hipocresía nuclear

En diversas oportunidades he calificado al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), la entidad que regula la seguridad de la tecnología nuclear a nivel mundial, como la organización más hipócrita del mundo, en razón de que se presenta como una entidad de bien público que lucha contra el cáncer, cuando oculta deliberadamente que esa terrible afección es producto, en muchos casos, de la actividad nuclear. Pero no es la única razón del calificativo elegido.

Por Juan Vernieri

El ingeniero ucraniano Yuri Borísovich Andréiev, uno de los grandes expertos en la investigación del accidente nuclear de Chernóbil, siendo además uno de los supervivientes del desastre, consideró que el OIEA “es muy cercano a los intereses de la industria nuclear”, opinión compartida por quienes conocen su actividad.

En la última semana, un artículo del boletín de Noticias Semanales del OIEA fechado 12/02/2025, viene titulado “Aguas subterráneas: cómo estudian los científicos su contaminación y sostenibilidad”.

En él explica la importancia del agua subterránea, la necesidad de protegerla y bien gestionarla, la necesidad de conocer su origen, su calidad y la velocidad con que se repone.

Dice que los científicos, utilizando sus conocimientos nucleares, pueden realizar investigaciones para definir estos aspectos, analizando las “huellas dactilares” del agua, llamadas “isótopos”, que son variaciones de los átomos en la molécula de agua.

También dice que las actividades humanas que se llevan a cabo en la superficie, como la eliminación de aguas residuales y el uso excesivo de pesticidas y fertilizantes, incluido el estiércol animal, se encuentran entre las principales fuentes de contaminación y polución de las aguas subterráneas, callando la más peligrosa, la contaminación radiactiva, sin mencionar que se ha encontrado radiactividad en las aguas subterráneas de todo el mundo.

Una investigación ha descubierto restos de un isótopo radiactivo en el agua subterránea acumulada en pozos de todo el mundo, aguas que se usan para consumo humano y el riego de cultivos.

No incluye entre esas actividades humanas contaminantes, a los procesos de extracción y refinamiento del plutonio o el torio, ni las perforaciones en busca de uranio que trasladan radiactividad de los yacimientos a las capas de agua por encima y debajo de los yacimientos, ni las explotaciones mineras de uranio, que son una de las principales causas de contaminación radiactiva.

Tampoco habla del uso de uranio empobrecido, ni de los depósitos de residuos nucleares y de las centrales nucleares que tienen fugas de tritio y otros radionucleidos que van a parar al subsuelo, como en la central de Monticello que hubo que pararla para detectar una importante filtración de tritio desde sus obsoletas cañerías.

La investigación que analizó el agua subterránea en más de 6.000 pozos de todo el mundo ha encontrado restos de tritio, un isótopo radiactivo que se extendió por todo el mundo como resultado de las pruebas con bombas termonucleares, en la mitad de los pozos analizados.

El estudio, dirigido por el reconocido hidrogeólogo Scott Jasechko, de la Universidad de Calgary, Alberta, Canadá, se ha publicado en Nature Geoscience, según informa la citada universidad.

Lo más grave es que esta contaminación amenaza también al agua fósil, almacenada a más de 250 metros de la superficie terrestre durante más de 12.000 años, donde han encontrado rastros del agua de lluvia actual.

Este descubrimiento señala que la lluvia contaminada y la nieve derretida pueden mezclarse con las aguas subterráneas fósiles y contaminar potencialmente el agua antigua, que hasta ahora se consideraba a salvo de la influencia humana.

El agua más reciente contiene más carbono radioactivo por haber estado expuesta a la atmósfera terrestre y al suelo contaminado por los ensayos nucleares del siglo pasado.

Si bien actualmente no son públicos ensayos nucleares en la atmósfera, todavía en las aguas subterráneas se encuentra la polución de las pruebas realizadas en el siglo pasado. (Fuente: OIEA y Fundación para el Conocimiento Madrid)


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