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Por Juan Vernieri

Los lobbystas nucleares, bien financiados con apoyos gubernamentales, han desviado la atención al replantear la energía nuclear como clave para combatir el cambio climático.

Esto es una falacia.

En realidad, hay muchas pruebas que demuestran lo contrario: que depender de la energía nuclear empeora el cambio climático y socavala verdadera solución climática de las energías renovables y la eficiencia.

Incluso la Oficina de Responsabilidad Gubernamental criticó a la Comisión Reguladora Nuclear por su absurda negativa a considerar los crecientes peligros de operar plantas nucleares en medio del cambio climático. Pero nada de eso ha impedido que se respalde el mito de la energía nuclear como estrategia climática y otras grandes mentiras al respecto.

Tal vez las mayores mentiras sobre la energía nuclear surjan del discurso de Eisenhower de 1953 “Átomos para la paz”, un intento cuidadosamente elaborado de replantear la tecnología nuclear como pacífica después de los atroces bombardeos de Hiroshima y Nagasaki de 1945.

Átomos para la paz prometió hacer que la electricidad fuera “demasiado barata para medirla” y “hacer que los desiertos florecieran”, mientras ocultaba deliberadamente la verdad de que la energía nuclear era absolutamente poco competitiva y no era ni remotamente viable económicamente como fuente de energía.

La energía nuclear civil era una distracción que se alejaba de la verdadera agenda de construcción de plantas de energía nuclear, que era ayudar a abastecer el complejo de armas nucleares, produciendo plutonio enriquecido como materia prima para bombas nucleares en la floreciente carrera armamentista.

En el discurso de inauguración de la primera planta nuclear del Reino Unido, la reina mintió diciendo que su objetivo era la producción de electricidad, cuando estaba a la vista el interés militar por la producción de plutonio para la fabricación de bombas.

Hoy en día, las armas nucleares siguen siendo la agenda oculta y la razón secreta detrás de la industria de la energía nuclear, por lo demás absurda.

El resurgimiento de la carrera armamentista nuclear es la verdadera razón por la que están apuntalando la industria de la energía nuclear, absolutamente no competitiva, y por la que muchos miles de millones más del dinero de los contribuyentes, se están destinando ahora a corporaciones que promueven la energía nuclear, quimérica “avanzada” y los reactores modulares pequeños (SMR), antieconómicos, sucios y defectuosos.

Pero algunos se resisten, como las naciones indígenas y los defensores del interés público en el suroeste de Washington, donde Amazon está presionando para construir SMR para impulsar su negocio de inteligencia artificial, sin tener en cuenta sus impactos negativos y costos prohibitivos.

De todos los peligros que entraña el fomento desmedido de la energía nuclear, el más insidioso es la desinformación que oculta y niega los daños pasados, presentes y futuros de la energía nuclear, al tiempo que exagera enormemente sus beneficios. Estas son las tácticas perennes de la industria nuclear, que ensucian su historia y que hoy vuelven a cobrar fuerza.

Pero se puede contrarrestar con luz solar, tanto la que alimenta las energías renovables reales con las que la energía nuclear no puede competir, como la que expone sus prevaricaciones y mentiras con evidencia científica y escrutinio público. (BN Cindy Folkers y Amanda M. Nichols)



Cindy Folkers es especialista en radiación y riesgos para la salud en la ONG Beyond Nuclear, y coautora con Ian Fairlie del nuevo libro “The Scientists who Alerted us to the Dangers of Radiation” (Los científicos que nos alertaron sobre los peligros de la radiación).

Amanda M. Nichols, Ph.D., es investigadora postdoctoral en el Programa de Estudios Ambientales de la Universidad de California en Santa Bárbara y editora ejecutiva de la revista arbitrada Journal of Religion, Nature and Culture.


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