Riesgo de una escalada nuclear en Ucrania | 3.° parte
En notas anteriores decíamos que por ahora no existe probabilidad de que Rusia se decida a utilizar un arma nuclear táctica.
Por Juan Vernieri
A medida que las armas nucleares se modernizan y, en algunos casos, se vuelven más pequeñas, la integración con las armas convencionales se hace más sencilla y frecuente, lo que aumenta el riesgo de uso, incluso por error.
La escalada podría desarrollarse en aumento si el presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, profundamente alarmado por la perspectiva de un alto el fuego impuesto, convenido entre Trump y Putín, intentara romper el estancamiento en el campo de batalla, y lograra ir más allá de la frontera, ocasionando importantes bajas entre los civiles rusos, y si los servicios de inteligencia ucranianos lograran matar más generales rusos muy detrás de las líneas para demostrar su largo alcance, como lo hicieron con el general Igor Kirilov en Moscú recientemente.
En ese caso el público ruso pediría una respuesta feroz. Un indignado Putin entonces podría dar la orden de detonar un arma nuclear táctica.
No es imposible que un Zelenski desesperado intente revertir su mala racha. Trump y su equipo están proponiendo un “plan de paz” que alarma profundamente a Zelenski y parece muy favorable a Rusia.
Es difícil imaginar que Putin sacrificara esa enorme ganancia potencial que significa llegar a la paz, a cambio de no obtener ninguna ganancia en el campo de batalla y si seguramente, del oprobio universal de amigos y enemigos por igual y del envenenamiento de su relación con el nuevo presidente estadounidense.
Sucedería solo si Putin estuviera tan indignado y tan desregulado emocionalmente como para perder todo autocontrol. Se lo reconoce como un tomador de decisiones frío como el hielo y despiadado, entonces no parece probable que desespere.
Hay múltiples opciones convencionales que Putin todavía tiene en su arsenal y que podrían infligir un castigo mucho mayor a Ucrania.
Si bien la escalada nuclear no es una preocupación grave actual en el período de transición entre las administraciones de Biden y Trump, hay otro patrón que sí resulta preocupante.
Desde el comienzo de la guerra en Ucrania, Putin ha insinuado que el uso de un arma nuclear es una opción viable.
Antes de lanzar su invasión a gran escala en febrero de 2022, despertó alarmas al lanzar amenazas nucleares veladas si la OTAN intervenía.
Unos meses más tarde, Putin flexibilizó los controles operativos sobre las armas nucleares tácticas y dos años después redujo el umbral de uso nuclear.
Putin enarbola la amenaza de utilizar armas nucleares para disuadir a la OTAN de suministrar armas a Ucrania, estrategia que hasta ahora fracasó una y otra vez. Estados Unidos y sus aliados occidentales suministraron a Ucrania equipos cada vez más sofisticados a pesar del “ruido nuclear”.
Juzgaron las intenciones de Putin no por lo que decía sino por el contexto más amplio en el que hacía sus amenazas, apenas veladas, destinadas a coaccionar. Lo tomaron en serio solo una vez, cuando las fuerzas rusas estaban en retirada.
El contexto siempre importa, incluso cuando las amenazas son nucleares. Putin tiene ahora la poco envidiable reputación de ser alguien que siempre dice mentiras como el pastorcito, y esa reputación solo puede alentar a la OTAN a seguir poniendo en evidencia sus mentiras en el futuro. Pero puede que algún día, como el pastorcito, Putin no esté mintiendo.
Si los líderes no prestan atención al contexto, pueden pasar por alto la “señal” de que, esta vez, Rusia habla en serio acerca de usar un arma nuclear para coaccionar a un adversario. (Fuente Bulletin of the Atomic Scientists)
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