Herencia nuclear germana | 1.° parte

Recipientes con desechos radiactivos, en Ahaus. Crédito: Christopher Mick / BGZ.


Por Juan Vernieri

Alemania resolvió de la mano de Angela Merkel, después del impacto que significó el accidente de Fukushima, abandonar la nefasta energía nuclear. El cierre de las últimas tres plantas nucleares, el 15 de abril del año pasado, selló la despedida de la energía atómica en el país. Pero… no se terminaron sus graves problemas derivados de la energía nuclear, evidentemente no basta con apagar reactores.

Aún no se vislumbra un depósito definitivo para sus residuos nucleares. Sigue sin responderse la pregunta sobre dónde acabarán los recipientes especiales con residuos altamente radiactivos. Tendrán que permanecer aún por décadas en depósitos provisionales, a un costo de 270 millones de euros al año, como mínimo.

La responsable de su funcionamiento y su seguridad es una sociedad propiedad del Estado, la BGZ, con sede en Essen, para la que trabajan unas 600 personas.

Actualmente, hay cerca de 1.200 contenedores especiales con residuos radiactivos, en 17 depósitos provisionales. Según la portavoz de la BGZ, Janine Tokarski, no se espera que la decisión sobre un depósito definitivo se tome antes de la década de 2040. Faltan más de 16 años.

Aquí en Argentina, irresponsablemente, de un día para otro, y después de solo dos series de perforaciones se concluyó que Gastre, en la provincia del Chubut, el lugar elegido era adecuado para construir un cementerio que debía contener desechos por milenios.

En Alemania se prevé que, su planificación y construcción tomará otros 20 o 30 años. Por eso, Tokarski estima que los residuos nucleares podrán ser llevados allí a partir de la década de 2060. Y tomará otras tres décadas vaciar por completo los depósitos provisionales. Eso supone un gran gasto de dinero y enormes complicaciones de transportes. Los costos de la BGZ ascendieron el año pasado a 271 millones de euros.

En 1992, llegaron al depósito provisional de Ahaus, los primeros contenedores “Castor”, con residuos altamente radiactivos, El edificio, semejante a una fortaleza, tiene unos 200 metros de largo y casi 20 de altura. Allí se encuentran apilados más de 300 barriles amarillos con elementos combustibles, y 6 grandes contenedores Castor-5, de 120 toneladas y seis metros de alto. Estos últimos deberían permanecer herméticos por lo menos 40 años.

Estos contenedores están diseñados para el transporte y almacenamiento seguro de materiales radiactivos. Continuamente hay que vigilar su hermetismo con un sistema especial.

También representantes de la Comunidad Europea de Energía Atómica (Euratom) y del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) realizan controles in situ, a veces sin previo aviso. Además, ambas organizaciones han instalado allí cámaras, para documentar lo que ocurre en el depósito provisional.

Además de los de Ahaus y Gorleben, en Renania del Norte-Westfalia y Baja Sajonia respectivamente, la BGZ mantiene depósitos provisionales en todas las localidades del país donde hay reactores atómicos. Incluso después de haber sido desconectados.

Allí permanecen los residuos en depósitos Castor, hasta que haya un depósito definitivo.

Es necesario almacenar también temporalmente los residuos tratados en Francia y Gran Bretaña, que regresan al país.

Depósitos definitivos”, significan alojamientos donde permanecerán aislados por milenios, sin aclarar quienes y a qué costo serán controlados para no afectar al ambiente.

En próxima nota veremos la gravedad de la situación que ha dejado la producción de energía nuclear en este país.

(Fuente: Klaus Deuse)

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