La realidad del bombardeo atómico en Japón

El 6 de agosto de 1945, hace 79 años, Estados Unidos arrojó una bomba atómica sobre la ciudad japonesa de Hiroshima, el primer suceso de este tipo en la historia de la humanidad. La bomba explotó en el aire sobre la ciudad, emitiendo un destello de luz abrasadora, explosión y radiación, que se cobró instantáneamente decenas de miles de ciudadanos inocentes que en un momento fueron reducidos a cenizas y devastó a los sobrevivientes de muchas maneras; algunos de esos efectos perduran hasta ahora.

Por Juan Vernieri

Tres días después sobre Nagasaki, arrojó otra aún más potente para conseguir la rendición de Japón y terminar con la Segunda Guerra Mundial.

Aunque algunos sobrevivieron contra todo pronóstico, los jóvenes se vieron privados de sus padres, madres, hermanos o hermanas, lo que los llevó a vivir como huérfanos. Muchos perdieron sus hogares después de la guerra, apropiados para la restauración de la ciudad, y la gente sufrió discriminación, como si se les frotara sal en las heridas.

Las víctimas todavía padecen enfermedades causadas por su exposición a la radiación y siguen amenazadas por la sombra del bombardeo atómico. Muchas víctimas de la bomba atómica se ven obligadas a luchar con dificultades indescriptibles que nunca habrían tenido que soportar de no haber sido por el bombardeo atómico. A casi ochenta años de la catástrofe, la situación que experimentaron estas víctimas, en lugar de ser parte del pasado, continúa.

En el mundo hay actualmente unas 12.500 armas nucleares, según la ONU. Y los países que las poseen siguen modernizándolas.

Hoy, mientras el desarme nuclear sigue estancado, la situación en lo que respecta a la eliminación de las armas nucleares es extremadamente sombría.

Así lo indican la caducidad del Tratado sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF); la retirada unilateral de los Estados Unidos del acuerdo nuclear con Irán, la suspensión por parte de Irán del cumplimiento de algunos de los requisitos de ese acuerdo; y la cuestión de la prórroga del Nuevo Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START), que está previsto que expire el año próximo.

La necesidad de derrotar la teoría de la disuasión nuclear.

Aunque ningún país se opone formalmente al objetivo de abolir las armas nucleares, no se ha visto recientemente ningún progreso práctico en materia de desarme nuclear. Para garantizar que las naciones se comprometan seriamente con la eliminación de las armas nucleares, es de vital importancia desacreditar la teoría de la disuasión nuclear, único argumento para defender su existencia.

Durante el largo período transcurrido desde el fin de la Guerra Fría, no se ha realizado una evaluación para confirmar si los supuestos que sustentan la teoría de la disuasión se ajustan a la realidad. En la actualidad y desde la invasión a Ucrania está cada vez más claro que no evita las guerras, encima ahora Europa y el mundo viven con la angustia de que en cualquier momento se usa una de esas armas.


Fuente:

El sentido de la bomba atómica

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