Irresponsabilidad nuclear | 2.° parte

En nota anterior decíamos que se supone que en el desarrollo nuclear se mantienen muy rigurosas medidas de seguridad y que siempre son cumplidas, sin embargo, en numerosas ocasiones no es así. Es increíble la inconsciencia generalizada, inclusive institucional como mostramos.

Por Juan Vernieri

Vimos el caso de una central norteamericana, a la cual se le ampliará la licencia por otros 20 años, a pesar de encontrarse en el curso del desagüe de dos lagos cuyo nivel es muy superior al de la Central. Las presas que contienen las aguas de los lagos pueden ser vulnerables a actos de terrorismo o al cambio climático, lo cual no ha sido estudiado en profundidad.

Veamos ahora otros ejemplos de actuaciones inconscientes.

Desde 1949, Bélgica, Francia, Reino Unido, Alemania, Italia, Holanda, Suiza y Suecia arrojaron, dentro de frágiles bidones metálicos, toneladas de residuos radiactivos solidificados con hormigón o betún, en fosas marinas próximas a Galicia y la costa cantábrica y otras en otros océanos hasta que, en 1982 organizaciones ambientalistas lograron que se prohibiera arrojar residuos al mar desde embarcaciones.

En ocasiones las embarcaciones por alguna razón, el clima, el estado del mar, etc. se retrasaban alterando el plan de arrojar los residuos en las fosas oceánicas, entonces debido a la necesidad de reducir el tiempo de exposición de la marinería a la radiactividad, se arrojaban en cualquier lugar.

Para evadir la prohibición de descargas desde embarcaciones, dos plantas de reprocesamiento de combustibles gastados construyeron cañerías para descargar residuos líquidos en el mar, la británica Sellafield en el Mar de Irlanda y la francesa La Hague en el Canal de la Mancha.

También entre nosotros tenemos ejemplos de actuaciones con absoluta inconsciencia.

El Centro Atómico Ezeiza (CAE) en 1967 nació originalmente como un lugar para depositar residuos de diferentes laboratorios de radioquímicos y otras especialidades medicinales.

Se construyeron trincheras, excavaciones de unos 10 metros de ancho por 40/50 metros de largo, con una profundidad promedio de 1 a 1,5 metros.

Por entonces la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), intentó y logró reprocesar en Ezeiza, 12 kilogramos de uranio de combustibles gastados del reactor de investigación RA1, recuperándose experimentalmente 425 mg de plutonio.

Una vez comprobada la capacidad de los científicos y de la infraestructura disponible para reprocesar combustible nuclear gastado, quedó concluida la experiencia y quedaron, además los 425 miligramos de plutonio. ¿Qué hacer con ellos? No íbamos a seguir adelante para fabricar una bomba atómica ni combustible para reactores que no teníamos.

Se lo mantuvo almacenado debidamente protegido por un tiempo hasta que se decidió declararlo desecho y, como tal, se resolvió genialmente arrojarlo a una de las trincheras excavadas.

Una locura total, con alto grado de irresponsabilidad. Se suponía que los residuos de las trincheras no tocarían las napas de agua. En tan solo 20 años las napas de agua subieron y llegaron hasta donde estaban los 425 miligramos de plutonio. Tan solo 1 miligramo alcanza para contaminar y envenenar decenas de miles de metros cúbicos de agua.

Había sido contaminado con radiactividad el acuífero Puelches del cual se abastecían de agua para potabilizar numerosas poblaciones.

Por supuesto esta situación dio lugar a una causa judicial. Gente idónea que advirtió la gravedad del hecho promovió una investigación que dio como resultado la causa judicial 5452 sobre averiguación de contaminación de aguas, con residuos peligrosos.

En próxima nota más ejemplos.


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