La quimera de Berkeley

Protesta ante Berkeley Retortillo. Crédito: José Ramón Barrueco Sánchez.


¿Quién puede seguir invirtiendo en una empresa cuyo único activo conocido es la quimera de una mina de uranio en Salamanca?

Por José Ramón Barrueco Sánchez

Contra todo pronóstico, la empresa BERKELEY ENERGIA LIMITED sigue activa en el mercado de la Bolsa española a pesar de los continuos varapalos, a nivel administrativo y judicial, que recibe. El último se produjo a finales del mes de diciembre cuando el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León estimó los recursos presentados por la Plataforma Stop Uranio y sentenció que los terrenos sobre los que se iba a asentar la mina de uranio de Retortillo, con planta de beneficio de mineral y depósito de residuos radiactivos, son de protección directa ecológica y paisajista, y por lo tanto no puede autorizarse un uso extractivo e industrial como el que pretende la multinacional australiana. Otra sentencia de ese Tribunal dictaminó que la Licencia Urbanística Parcial concedida por Ayuntamiento de Retortillo, cuya actual alcaldesa se ha manifestado en contra de la apertura de la mina, era manifiestamente ilegal y anuló dicho permiso.

Tras la denegación por el Ministerio de Transición Ecológica y el Reto Demográfico en julio de 2021 de la autorización de construcción de la planta de concentrados de uranio, todos pensábamos que Berkeley haría las maletas y se marcharía de Retortillo. Pero no, anunció que recurría esa denegación a los tribunales y continuó su rumbo por el mercado bursátil, que tras el derrumbe provocado por la decisión del ministerio de Teresa Ribera empezó a recuperar posiciones, que ha vuelto a perder tras las últimas decisiones judiciales.

El gráfico que muestra el precio de las acciones de Berkeley en los últimos 5 años es el típico de dientes de sierra que manifiesta el vaivén de las decisiones administrativas y judiciales contra la mina de uranio de Retortillo, pero que la empresa minera consigue revertir a base de sacarse continuos conejos de la chistera, como el de un posible cambio de gobierno en el Estado español más favorable a sus intereses. Total, la empresa sigue erre que erre con que va a abrir la mina de Retortillo y hay personas que se lo creen y compran acciones a pesar de que llevan 15 años en Salamanca y no ha conseguido comercializar un gramo de uranio.

Más difícil le resulta a la empresa minera conseguir que la población de la zona se crea su cuento de que se van a crear cientos de puestos de trabajo en esta zona, prototipo de la España Vaciada. El caramelo de los puestos de trabajo relacionados con la minería provocó una avalancha de peticiones de empleo y envío de currículums en el año 2012, llegando incluso a abrir ADECCO una sucursal en el ayuntamiento de Retortillo para atender a todas las personas que querían trabajar en la mina (más de 20.000 peticiones según la multinacional australiana). Con el devenir de los años los habitantes de la comarca se han dado cuenta que es imposible que Berkeley explote la minería de uranio en la zona, comprobando que las instalaciones abiertas cerca del balneario de Retortillo llevan años cerradas y con un deterioro palpable en las mismas.

Los que llevamos años luchando contra este proyecto radiactivo tenemos la satisfacción personal de haber conseguido parar a una empresa multinacional en un territorio tan conservador e inmovilista como el de la comarca del Campo Charro, pero esa satisfacción nunca es completa, pues vemos que es imposible que Berkeley anuncie una retirada definitiva. Queda claro que no nos queda otra que acostumbrarnos a convivir con las incongruencias del sistema capitalista, y muy especialmente del mercado bursátil.

José Ramón Barrueco Sánchez, STOP Uranio

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