Insultos por el tritio

La Central Nuclear Embalse, el martes 12 de febrero de 2019. Crédito: Colibrí Cottier / Réseau Sortir du nucléaire.


Por Cristian Basualdo

Agendar, un medio corporativo de la industria nuclear local, publicó una crítica del periodista Daniel Arias al informe del Movimiento Antinuclear de la República Argentina sobre la contaminación radiactiva en el lago Embalse. En una muestra de pescado se encontró una actividad de tritio ligado orgánicamente con un valor más de 70 veces superior al nivel natural típico. La actividad de carbono-14 fue casi un 50% superior al nivel natural actual. Estos resultados probaron que las descargas radiactivas de la Central Nuclear Embalse impactan fuertemente en el ecosistema lacustre.

En el siglo pasado, cuando la industria nuclear comprobó que las emisiones radiactivas de los reactores nucleares durante su funcionamiento normal eran inevitables, no consideró dejar de construirlos. Desde entonces, el debate que más ha desangrado los tinteros ha sido el de los efectos en la salud de las bajas dosis de radiactividad, a las que están expuestas las personas que viven a sotavento o aguas abajo de una instalación nuclear. Es una debate que tiene más de setenta años, solo que esta vez toma lugar en nuestro tiempo, con un ejemplo fresco y en nuestra geografía: la cuenca del río Ctalamochita, la principal reserva de agua dulce de la provincia de Córdoba.

Daniel Arias remarcó que “el problema del tritio es que no hay problemas con el tritio”. Una afirmación que contradice los documentos de Nucleoeléctrica, la empresa operadora de la Central Nuclear Embalse, que inició un estudio de factibilidad de una planta de separación de tritio del agua pesada, enfocado en “la reducción de dosis ocupacionales y ambientales ligadas a la gestión de tritio generado como parte del proceso operativo de la central” (Ver: Tercer Reporte Integrado de Sostenibilidad, página 219).

El libelo de Agendar menciona otras presiones ambientales que padece el lago Embalse, como la descarga de líquidos cloacales y la contaminación con agrotóxicos. “Los ecologistas locales deberían hacer fila frente a los modernos baños habilitados por la Central Nuclear de Embalse. Así tendrían la seguridad de no contaminar el lago, certeza que los municipios y el gobierno provincial no dan”, sugirió Daniel Arias, y afirmó además que el agua del lago “sale mejor de lo que entra” a la central. Una exageración, dado que en los documentos de Nucleoeléctrica consta que la Central Nuclear Embalse descargó metales pesados, y descarga líquidos cloacales al lago Embalse.

Como la defensa de la energía nuclear hace tiempo que dejó de ser una cuestión técnica, y pasó a ser un relato que solo se sostiene tirando de la teoría de la conspiración, Arias dejó entrever que los autores del informe, Silvana Buján y quien suscribe estas líneas, escribimos acerca del tritio porque no nos animamos a escribir sobre los agrotóxicos, “contrariar al campo, en cambio, tiene costos”, opinó Arias; sugirió además que logramos “que sigamos quemando cada vez más combustibles fósiles”. También pretendió vincularnos con la coyuntura política del momento, manifestó que reflotamos “un globo atómico”, “con esperanzas” por la asunción del nuevo gobierno nacional.

Al respecto, cabe recordar que el movimiento antinuclear dio sobradas muestras de su independencia del poder político de turno. Hace más de cuarenta años, Javier Rodríguez Pardo fundó el Movimiento Antinuclear del Chubut, que luchó contra la instalación de un basurero nuclear en Gastre, un proyecto de la dictadura militar que continuó en democracia. Menem pretendía recibir una buena renta por el alquiler del macizo granítico de Sierra del Medio. La lucha antinuclear siguió durante gobiernos liberales y progresistas. El Movimiento Antinuclear de la República Argentina se formó en julio de 2018, como parte de la lucha contra el proyecto de Macri para instalar un reactor Hualong One en Sierra Grande.

Daniel Arias está enojado con nosotros y con la verdad. En relación con el carbono-14 presente en la muestra de pescado, nos dijo: “vuelven a meter la pata pero hasta el garrón”, “oh macaneurs francoanglófilos”, y llamó a su argumento “la bala de plata, o daga de misericordia”, en definitiva, afirmó que “las centrales nucleares no emiten carbono-14, del mismo modo que no emiten carbono-12, el más común, estable y no radioactivo, porque no queman carbono, punto”.

Brevemente ―y es algo que otros ya han documentado― en los reactores modelo CANDU, como el de Embalse, la mayor producción de carbono-14 tiene lugar en el agua del moderador, de acuerdo a la reacción 17O (n,α) 14C. El moderador se mantiene en condiciones oxidantes por un exceso de oxígeno, que se utiliza para que se combine con el deuterio gaseoso (D2), producido por radiólisis, para generar D2O. En estas condiciones, la forma química del carbono predominante en el moderador es la inorgánica: como 14CO2 en fase gaseosa y como productos de la disolución de CO2 en agua (Ver: Radioactive Waste With 14C in Argentina, Di Lello D. S., Programa Nacional de Gestión de Residuos Radiactivos, Comisión Nacional de Energía Atómica).

Daniel Arias debería refinar sus alegatos, las descalificaciones facilistas, sin sentido, pueden servir para generar indignación, o para aumentar la popularidad de su vocero, pero no aportan nada. Sus lectores se pierden un debate con altura, en donde chocan las ideas sin chocar las personas.


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