Difícil rehabilitar zona contaminada con radiactividad

Dado que varios gobiernos y empresas insisten en construir nuevas centrales nucleares, o mantener las más añejas operativas, se han visto obligados a hacer mutis por el foro en relación con uno de los mayores argumentos contra la nuclear: los accidentes potenciales.

Por Juan Vernieri

El lobby nuclear y los gobiernos que apuestan por esta vía evitan afrontar la realidad: que no se puede rehabilitar una zona contaminada.

Sin embargo, evidenciando desconocer deliberadamente esta realidad, en Japón, donde el desastre de marzo de 2011 ha irradiado de manera potencialmente indefinida varias zonas, se pretende obligar a las personas a que regresen a vivir allí, asegurando que no hay riesgos sobre la salud “discernibles”.

La explosión de un reactor en la central nuclear de Chernobyl el 26 de abril de 1986 ocasionó la contaminación radiactiva de toda Belarús, de 14 distritos administrativos ucranios y 17 rusos. De resultas del accidente, más de 4 millones de hectáreas de bosques en el centro de Europa quedaron contaminados por la radiación.

37 años después, científicos están estudiando medios de reducir los peligros derivados de la contaminación radiactiva de los bosques, pero todavía no hay una solución para el problema.

Las medidas que se tomaron inmediatamente después del accidente para minimizar los contactos de la población con materiales radiactivos se dirigieron sobre todo al sector agrícola. No se prestó la debida atención a los bosques. Los repetidos llamamientos en los foros científicos para que se prestara atención a los bosques como fuentes de radiación apenas tuvieron efecto, ni siquiera en Belarús, donde los bosques contaminados cubren alrededor del 10 por ciento del territorio. La difusión potencial de radiactividad desde los bosques contaminados y los altos niveles de radionúclidos en los alimentos de origen forestal (animales silvestres, peces, frutas de estación, hojas, nueces y setas) siguen constituyendo peligros para la salud de los habitantes de la región.

En España, varias parcelas —que ocupan unas 40 hectáreas— a las afueras de Palomares están valladas.

Dentro hay tierra contaminada con plutonio-239 y americio-241, procedente de dos bombas termonucleares que el 17 de enero de 1966 cayeron sobre esta pedanía de Cuevas de Almanzora, Almería. Fue el resultado de la colisión de dos aviones de Estados Unidos. El Gobierno de Estados Unidos se llevó parte de la tierra contaminada. La Administración de Obama se comprometió a retirar el resto, pero llegó Trump y el acuerdo se quedó en nada. Ecologistas en Acción ha recurrido a la Audiencia Nacional para que se limpie la zona.

56 años después de que cuatro bombas norteamericanas de plutonio cayesen, nadie se hace cargo.

Varias instituciones que deberían proteger nuestra salud y regular la industria nuclear, como la Agencia de Protección Ambiental estadounidense, la Comisión Reguladora Nuclear y la Comisión Internacional de Protección Radiológica, fijan valores excesivos para la exposición pública a la contaminación, así reducen la magnitud de las evacuaciones necesarias ante las emisiones de radiactividad, animando a la gente a seguir viviendo, y comiendo, de la tierra afectada.

Entre nosotros el agua de las canillas de la localidad de Embalse, junto al lago en que se encuentra la Central Nuclear Embalse, está contaminada con tritio y la empresa estatal Nucleoeléctrica Argentina S.A. dice que 10.000 bq/l en el agua potable es aceptable. Nuestra Autoridad Regulatoria Nuclear coincide.

Hay gran dispersión entre los valores de tritio que exigen distintas normas: California tiene un límite de 15 Bq/L para el agua de red, Estados Unidos 740 Bq/L, en Canadá la industria nuclear se comprometió a no superar 100 Bq/L y lo cumplen, y en el caso del vertido de las aguas de Fukushima al mar 1.500 Bq/L.

La dispersión es producto del desconocimiento íntimo del asunto. Abel González, asesor principal del Directorio de la Autoridad Regulatoria Nuclear e integrante del Grupo de Trabajo conformado por el Organismo Internacional de Energía Atómica para descargar al mar el agua de Fukushima, en una conferencia dictada el año pasado, reconoció: “… de la protección contra el tritio sabemos bastante poco”.

El Foro Ambiental Córdoba presentó a la Comisión Nacional de Alimentos una solicitud para que actualice a 100 Bq/L la normativa sobre el tritio en el Código Alimentario Argentino. “Debería existir normativa que sea más restrictiva y que de alguna manera implique que la propia Nucleoeléctrica tenga que ser mucho más autoexigente con respecto a las emisiones”, dijo Federico Kopta, presidente del Foro Ambiental Córdoba.

El contenido de tritio en el agua potable de la localidad de Embalse, es más de 22 veces superior a la concentración del tritio natural que había en el lago antes de la instalación de la Central.

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