En Alemania: “La salida de la energía nuclear permite también la salida del carbón”

El 16 de abril cerraron los tres últimos reactores alemanes. Paul-Marie Manière, responsable de la campaña nuclear de Greenpeace Alemania, repasa este acontecimiento histórico y sus implicaciones políticas y ecológicas.

Por Rose-Amélie Bécel

Alemania eliminó oficialmente la energía nuclear hace una semana. Planificado desde hace más de 20 años, el fin del átomo no ha sido fácil en su recta final. El consenso político en torno al abandono progresivo se fue erosionando poco a poco, lo que provocó, en particular, una prolongación inesperada de la vida útil de los últimos reactores.

Ahora Alemania expresa claramente sus ambiciones: producir el 80% de su electricidad a partir de energías renovables y eliminar progresivamente el carbón de aquí a 2030. Al otro lado del Rin, donde se debate actualmente la reactivación de la energía nuclear (N. del E.: Francia), este objetivo se considera incompatible con el cierre de las últimas centrales. Para Paul-Marie Manière, responsable de la campaña nuclear de Greenpeace Alemania, la decisión alemana está perfectamente justificada.

Los tres últimos reactores nucleares alemanes dejaron de funcionar el 16 de abril. ¿Cómo se preparó el cierre?

Paul-Marie Manière: La decisión de abandonar la energía nuclear es política. Se remonta al año 2000, cuando los Verdes formaban parte de la coalición de gobierno. En 2010, Angela Merkel y los liberales dejaron en suspenso el abandono progresivo, pero la catástrofe de Fukushima reactivó el proyecto unos meses después. Oficialmente, las últimas centrales debían cerrarse el 1 de enero de 2023. Al final, se prorrogaron tres meses y medio en la recta final, a pesar de que la eliminación estaba prevista desde hacía mucho tiempo y todo el mundo había tenido tiempo de prepararse para ella.

En el contexto de la guerra de Ucrania, los liberales y los conservadores pro-nucleares intentaron asustar a la población explicando que si cerrábamos las últimas centrales en pleno invierno, correríamos el riesgo de sufrir apagones, que el precio de la electricidad se dispararía. La idea de una prórroga se debatió en el seno del gobierno, parecía imposible llegar a un acuerdo. El Canciller Olaf Scholz decidió hacer uso de su Richtlinienkompetenz, una disposición que le permite fijar las directrices políticas del gobierno, para aplazar el cierre de las últimas centrales hasta el 15 de abril. Era la primera vez desde Adenauer.

En Greenpeace publicamos un informe para demostrar la inutilidad de esta prórroga, que sólo está vinculada a esta campaña ideológica de la CDU-CSU[1] el FDP[2]. Este invierno, los hogares y las empresas ahorraron un 20% de gas en comparación con el año pasado, pero la energía nuclear sólo contribuyó en un 0,3% a esta reducción del consumo. De hecho, el suministro eléctrico habría estado asegurado durante todo el invierno incluso sin las centrales.

Bajo la presión de ciertos partidos políticos, ¿podría haberse visto comprometido realmente el abandono de la energía nuclear en el último momento?

Las grandes empresas alemanas llevaban 20 años preparándose para el abandono de la energía nuclear, así que las cosas no podían haber cambiado en el tramo final. No había más barras de combustible disponibles para hacer funcionar las centrales nucleares más allá de esos tres meses y medio. Científica, jurídica y económicamente, la salida estaba asegurada.

La campaña de los liberales y los conservadores del verano y el otoño pasados fue puramente populista, una oportunidad para ganar puntos políticos atacando a los Verdes y los socialdemócratas. Y la desinformación funcionó en parte, ya que las últimas encuestas muestran que la mayoría de los alemanes están ahora en contra del abandono nuclear.[3]

En Baviera, por ejemplo, donde se celebran las próximas elecciones locales en octubre, el líder de la conservadora CSU, Markus Söder, está haciendo campaña sobre esta cuestión. En 10 años de vida en Alemania, nunca había visto un retorno tan fuerte del debate nuclear, a pesar de que en 2022 sólo representó el 6% de la producción de electricidad.

Al mismo tiempo, desde principios de la década de 2000 Alemania está organizando el desarrollo de las energías renovables, con el objetivo de producir así el 80% de la electricidad en 2030. ¿Está haciendo el Gobierno lo suficiente para alcanzar esta cifra?

La Ley de Energías Renovables de 2000 fue pionera en el mundo y permitió a Alemania desplegar muy rápidamente su industria eólica y fotovoltaica, en un momento en que pocos países hacían lo mismo, y plantearse el abandono del carbón.

Pero los dos últimos gobiernos de Angela Merkel frenaron estos avances. Por ejemplo, las leyes han impuesto mayores distancias entre los aerogeneradores y las viviendas, haciendo casi imposible su construcción en algunos Estados federados. Todos estos obstáculos al desarrollo han fomentado a su vez la inversión en carbón.

¿Significa realmente el fin de la energía nuclear que vuelve el carbón?

Es una crítica que oímos a menudo, sobre todo del Gobierno francés, muy favorable a la energía nuclear. En realidad, el abandono de la energía nuclear permite también el abandono del carbón. El año pasado, el 46% de la electricidad alemana se produjo gracias a las energías renovables, mientras que Francia está muy por debajo de este nivel.[4] Las energías renovables tomarán el relevo del carbón a finales de la década porque son más baratas, sencillas y rápidas de implantar. Por tanto, no es el carbón el que compensa la salida de la energía nuclear, sino el auge de las energías renovables.

La cuota del carbón en la generación de electricidad ha aumentado brevemente en los últimos años, con la recuperación económica posterior a la Covid-19. El periodo también coincide con el tiempo en que la mitad de las centrales nucleares francesas no funcionaron, bien por el calor y la falta de agua de este verano, bien por fallos técnicos. Alemania lleva más de 15 años exportando electricidad a Francia, así que hace sonreír que el ministro se queje de la opción alemana mientras Francia se aferra a un modelo que ya no funciona y depende de las exportaciones alemanas.

La historia de Alemania con la energía nuclear aún no ha terminado; ahora hay que organizar el desmantelamiento de 32 reactores. ¿Cuál es la envergadura de este proyecto?

Salir de la energía nuclear es también el primer paso para detener la producción de residuos con los que aún no sabemos qué hacer. El desmantelamiento de las centrales es extremadamente complejo, y en él participan empresas que trabajan con calendarios muy precisos, que se han visto trastocados por la prórroga de tres meses y medio de la vida útil de algunos reactores. Los trabajos de desmantelamiento son aún más complicados ya que aún no se ha encontrado ningún sitio de almacenamiento para desechos nucleares altamente radiactivos y no estará listo antes de la década de 2050.

En resumen, la energía nuclear nos ha permitido producir electricidad para dos o tres generaciones y deja a las próximas 30.000 generaciones el problema de los residuos, ya que según las especificaciones alemanas los residuos radiactivos deben almacenarse durante un millón de años. A pesar del cierre de las centrales, los alemanes tendrán que seguir estudiando física nuclear, trabajando en este campo y cuando se jubilen seguiremos sin saber qué hacer con nuestros residuos más radiactivos.


  1. El Partido Conservador alemán

  2. El Partido Liberal Alemán

  3. Una reciente encuesta realizada para la cadena de televisión pública ARD reveló que el 59% de los alemanes estaba a favor de prolongar la vida útil de las centrales en el contexto actual, sin cuestionar la idea de un futuro abandono de la energía nuclear.

  4. Según la RTE (N. del E.: Réseau de Transport d'Électricité), las energías renovables representaron el 23,8% del mix eléctrico francés en 2021.


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Fuente:

Rose-Amélie Bécel, En Allemagne : « La sortie du nucléaire permet aussi la sortie du charbon », 21 abril 2023, Politis.

Este artículo fue adaptado al español por Cristian Basualdo.

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