El apagón nuclear alemán visto desde Atucha


Por Cristian Basualdo

Con el cierre de sus tres últimos reactores nucleares el 15 de abril, Alemania terminó con 65 años de generación nucleoeléctrica. Un hito que comenzó a gestarse con la Ley de Energías Renovables de 2000, conocida como Energiewende (transición energética), que aseguró que la eliminación progresiva de la energía nuclear fuera sustituida por energías renovables y no por combustibles fósiles.

Un resumen de datos preparado por Beyond Nuclear señala que en 2000 la cuota de renovables en el mercado eléctrico alemán era de apenas el 6%, mientras que a principios de 2022, la energía eólica, solar y otras renovables cubrían el 54% del consumo eléctrico. A su vez, las emisiones del sector eléctrico se han reducido a la mitad desde 1990.

La cuota del carbón en la generación de electricidad de Alemania cayó del 43% en 2011 al 23,4% en 2020. Desde 2007 no se planifica ni se construye ninguna gran central de carbón. Alemania se comprometió a eliminar progresivamente la energía proveniente del carbón a más tardar para 2038.

Una proporción sustancial de la capacidad renovable de Alemania se despliega en un mosaico muy descentralizado de instalaciones a pequeña escala, gran parte de las cuales son propiedad de hogares, agricultores y cooperativas, frente a un bajo porcentaje que pertenece a las empresas de servicios públicos. Esta propiedad colectiva a pequeña escala impulsa significativamente el apoyo público a la Energiewende. Además, las energías renovables generan mucho más empleo que la energía nuclear.

Las buenas razones de los movimientos antinucleares alemanes de la década de 1970 no han perdido vigencia: las centrales nucleares emiten radiactividad durante su funcionamiento normal, generan residuos radiactivos y pueden sufrir un accidente nuclear catastrófico. “El apagón nuclear en Alemania es una buena decisión, porque hemos puesto fin al funcionamiento sin que haya habido un accidente grave”, manifestó Heinz Smital, físico nuclear de Greenpeace, a la cadena DW. “La energía atómica ha dado electricidad a tres generaciones, pero sus residuos seguirán siendo peligrosos a lo largo de las próximas 30.000 generaciones”, dijo la ministra alemana de Medio Ambiente, Steffi Lemke, en un mensaje de vídeo difundido en redes sociales.

La victoria de los movimientos antinucleares fue celebrada mediante una bonita escena montada frente a la puerta de Brandenburgo, Berlín, con una escultura de un dinosaurio muerto como celebración de despedida de la energía nuclear.

Los últimos dinosaurios vivos

En Argentina, las centrales nucleares Atucha I y II son producto de la ingeniería alemana.[1] La publicidad del lobby nuclear argentino le dio un envoltorio vintage al fracaso tecnológico de Atucha II. Para sostener esta crítica, basta recordar que transcurrieron 35 años desde el comienzo de las obras de Atucha II hasta el inicio de sus operaciones comerciales en 2016. Desde entonces, generó un poco más de la mitad de la energía que debería haber generado.[2] Atucha II está parada desde octubre del año pasado debido a una falla grave en su reactor, sin fecha cierta de puesta en marcha.

A su vez, el lobby nuclear quiere extender la vida de Atucha I, la vieja central de 49 años. Para financiar el dispendio, Nucleoeléctrica colocó dos fideicomisos financieros, por 30 y 93 millones de dólares respectivamente, reuniendo una cuarta parte del costo del proyecto, estimado en 463 millones de dólares. La empresa estatal publicita que la extensión de vida “asegurará la generación de energía limpia y confiable para un millón de personas por 20 años”. Sin embargo, se trata de una inversión de riesgo: de los 411 reactores nucleares en funcionamiento en el mundo a mediados del año pasado, tan solo 8 habían operado 51 años o más.[3]

Argentina debería dejar de despilfarrar recursos en tecnología nuclear anticuada, para utilizarlos en la transición hacia las energías renovables.


Referencias:

  1. Atucha I y II son modelos diseñados hace más de 60 y 40 años, respectivamente, por la empresa Kraftwerk Union, subsidiaria de Siemens AG, que se retiró del mercado nuclear hace largo tiempo. Alemania dejó de construir centrales nucleares en 1990.

  2. Según datos del Sistema de Información sobre Reactores de Potencia del Organismo Internacional de Energía Atómica, el factor de capacidad acumulado de Atucha II entre 2016 y 2022 fue 48,6%.

  3. Datos al 1 de julio de 2022 del World Nuclear Industry Status Report (Informe sobre el estado de la industria nuclear mundial), pg. 58.

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