Antúnez sobre Atucha I, Atucha II y Embalse: “Las tres máquinas tuvieron problemas, y serios”
por Cristian Basualdo
Antes que nada, hay que poner en contexto las declaraciones del presidente del Directorio de Nucleoeléctrica Argentina SA, José Luis Antúnez, publicadas por Página/12 en una nota que trata la visita de una comitiva de funcionarios estadounidenses en el marco de una mesa de trabajo permanente entre Estados Unidos y Argentina, llamada Comité Conjunto sobre Cooperación en Energía Nuclear (JSCNEC, por sus siglas en inglés).
La comitiva fue comandada por Ann Ganzer, subsecretaria de Política de No Proliferación del Departamento de Estado, que visitó la sede de Nucleoeléctrica en Villa Martelli. La nota en cuestión relata un contrapunto entre los funcionarios norteamericanos, que criticaron el reactor Hualong One que Nucleoeléctrica planea construir con un crédito chino de 8.300 millones de dólares, y el presidente de la empresa, que defendió la elección del modelo. Según Antúnez, la funcionaria norteamericana “quería que supiéramos bien qué es lo que iba a ocurrirle al país si contrataba el reactor chino. Dijeron que esa tecnología estaba todavía inmadura. Que recién estaría madura cerca de 2030 y que los reactores han adolecido de muchas fallas: fallas de combustible, fallas de máquinas, fallas de diseño”. En el marco de este debate, el presidente de Nucleoeléctrica señaló que las centrales nucleares argentinas se hicieron con tecnología alemana y canadiense. “Proveedores irreprochables, a pesar de eso, las tres máquinas tuvieron problemas, y serios”, dijo Antúnez.
No pretendo aburrir al lector con un listado de las deficiencias que han tenido y tienen las centrales nucleares argentinas, en cambio, le propongo analizar dos casos: el factor de capacidad de Atucha II y los generadores de vapor de Embalse.
Atucha II: Factor de capacidad acumulado 53,6%
El factor de capacidad de una instalación generadora de electricidad es el cociente entre la energía promedio realmente generada en un período determinado, dividida por la energía que hubiera generado funcionando al máximo de su capacidad. Por ejemplo, la energía solar presenta valores entre el 15% y el 35%, la energía eólica hasta 52%, mientras que la energía nuclear presenta valores superiores a 80%. El lector puede verificar en el Power Reactor Information System del OIEA, que Atucha II tiene un factor de capacidad (load factor) acumulado de 53,6% un valor muy bajo para una central nuclear.
El acto por el inicio de las obras de Atucha II se realizó el 17 de julio de 1981, la puesta en servicio estaba prevista para 1987 pero se concretó en 2016, desde entonces, Atucha II generó un poco más de la mitad de la energía que debería haber generado. Actualmente no está generando, el 9 de marzo comenzó una parada de una duración estimada de cuatro meses y medio.
Embalse: Acero al carbono, en lugar de inoxidable
A fines de 1973, la Comisión Nacional de Energía Atómica firmó el primer contrato con la Atomic Energy of Canadá Limited (AECL) e Italimpianti por la venta del reactor CANDU a la Argentina. Con el paso de los meses, los canadienses intentaron renegociar el contrato, porque se vieron superadas las previsiones originales de ajuste por inflación sobre los pagos en nuestro país. El 7 de julio de 1977 se anunció el despido del director de la AECL, la empresa declaró que la venta del reactor CANDU a la Argentina le había ocasionado pérdidas por 25 millones de dólares y las proyecciones mostraban que esta cifra aumentaría.
Llegada de un generador de vapor a la Central Nuclear Embalse. |
Obligada a cumplir con un contrato desfavorable, la única salida de la AECL para mitigar las pérdidas económicas era bajar la calidad de los materiales de la Central Nuclear Embalse. Así las cosas, los generadores de vapor despachados para Embalse tenían las placas soportes de acero al carbono, en lugar de inoxidable. Además, los tubos en U no pasaron las pruebas de calidad en Argentina, estas piezas son la interfaz de transferencia de calor entre el circuito primario (a alta temperatura y presión, muy radiactivo) y el secundario (a menos temperatura y presión, poco radiactivo). Los tubos en U debieron ser cortados y soldados nuevamente, lo que provocó una disminución de su longitud, lo que explica -en parte- porque la Central Nuclear Embalse nunca alcanzó la potencia de diseño.
Con el paso de los años, las cosas sucedieron como era de esperar, los generadores de vapor de Embalse sufrieron una degradación extensiva de las placas soporte y presentaron pérdidas que no se pudieron controlar. En 2015, la central funcionó solo en julio y algunos días en diciembre. Así Nucleoeléctrica publicitó los 32 años de operación de la Central Nuclear Embalse, y lo más importante: la paró durante la administración Macri, una forma de presionar para obtener más fondos para la extensión de vida.
Rebobinando, antes de terminar, el plan nuclear argentino es un recuerdo que le sirve a los funcionarios del átomo para hacer negocios endeudando al país con faraónicos proyectos. Las viejas centrales nucleares argentinas como imaginario de potencia sea quizá todo lo que queda de un sector que gira en falso hace mucho tiempo.
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