Una guerra en Ucrania podría convertirse en nuclear
Central nuclear de Zaporiyia, Ucrania. Foto: Energoatom. |
Los líderes mundiales pueden estar subestimando el peligro que representa una guerra convencional en Ucrania, sostiene Craig Hooper en un artículo publicado por Forves, donde analiza los riesgos que implicaría una guerra convencional en un país con 15 reactores nucleares en operación, donde además se encuentra la Zona de Exclusión de Chernóbil, unos de los lugares más radiactivos de la Tierra, escenario del accidente nuclear de 1986.
Una incursión rusa en el este de Ucrania puede exponer a la incertidumbre de un entorno de combate terrestre al menos a 6 reactores nucleares en operación, lo que puede ocasionar accidentes severos. Tal contingencia induciría un éxodo masivo de refugiados hacia Occidente y puede dejar inhabitable durante décadas a una gran parte de Ucrania.
Sin rodeos, Hooper sostiene que la integridad de los reactores nucleares ucranianos es una cuestión estratégica tanto para los países de la OTAN como para los que no lo son.
Un agravamiento deliberado de una catástrofe nuclear emergente -evitando medidas de mitigación o permitiendo que los reactores se fundan deliberadamente y contaminen potencialmente amplias zonas de Europa- sería simplemente una guerra nuclear sin bombas.
Todos los ojos puestos en Zaporiyia
La central nuclear de Zaporiyia es la más grande de Europa y una de las 10 más grandes del mundo. En un emplazamiento poco protegido se encuentran 6 reactores de agua presurizada VVER-1000, cada uno con 1.000 MW de potencia. Zaporiyia es difícil de defender, está situada en la región del Donbás, en la orilla oriental del río Dniéper. La central proporciona aproximadamente una cuarta parte de la energía eléctrica total de Ucrania.
Aunque es poco probable, un bombardeo directo puede causar graves daños en las estructuras de contención de los reactores. La guerra en la central podría matar al personal esencial, o destruir las estructuras de mando y control, o la infraestructura crítica de refrigeración de los reactores. Y no son la única amenaza, las peligrosas barras de combustible gastado se encuentran en vulnerables piletas de refrigeración, mientras que el combustible nuclear más antiguo se almacena en el emplazamiento en 167 silos secos.
Las medidas heroicas que evitaron que Chernóbil y Fukushima se convirtieran en sucesos mucho más dañinos, no se producirán en una zona de guerra. Las fuerzas de seguridad de las centrales desaparecerán, los operadores huirán y, si se produce un accidente, las medidas de mitigación serán imposibles.
Las catástrofes nucleares rara vez son eventos localizados. Cuando ocurrió Chernóbil, la radiactividad se extendió por Europa. Lo mismo puede suceder en Zaporiyia. Si los reactores resultan dañados, cabe esperar que los patrones meteorológicos empujen niveles peligrosos de cesio 137 y otros contaminantes directamente hacia el oeste. La lluvia contaminará la principal vía fluvial de Ucrania, el granero de Europa, y potencialmente -dependiendo de los tipos de contaminación y de los patrones meteorológicos- pondrá en peligro el suministro de agua potable en toda Europa.
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