Svieta, una maestra en la zona de Chernóbil


Svieta Volochay es maestra en la escuela de Orane, una aldea ucraniana ubicada a unos 35 kilómetros de la accidentada central nuclear de Chernóbil.

por Cristian Basualdo

MADRID, 1 junio 2019.- En el Foro Social Mundial Antinuclear 2019, Svieta Volochay brindó la charla “Toda una vida con Chernóbil”. Tenía 12 años cuando explotó el reactor del cuarto bloque energético de la central eléctrica nuclear memorial V. I. Lenin, la madrugada del 26 de abril de 1986. Su vida, junto a la de cientos de miles de damnificados en Bielorusia, Ucrania y Rusia, cambiaron para siempre.

El primer familiar en morir de cáncer fue su primo, uno de los liquidadores del accidente, luego enfermaron su tío y su mamá, su hermano murió el año pasado, ella y su hermana padecen problemas de tiroides. Svieta es voluntaria de la asociación vasca Chernobil Elkartea, que organiza programas de alojamiento temporal de niños afectados por el accidente nuclear.

- ¿Qué hacías en el momento del accidente?

- Dormir porque era de noche; en los primeros días no sabíamos nada, nosotros poníamos patatas en el campo porque era fines de abril, y cerca a la carretera a Chernóbil veíamos coches, yo recuerdo coches, muchos coches con militares. Y recuerdo pasear en bici con mi amigo por esa carretera a Chernóbil, porque vivimos a cinco kilómetros de esta zona cerrada.

- ¿Tu familia fue evacuada?

- No, todos vivían en la zona en esos tiempos; mi madre fue muy inteligente y nos dijo que era muy peligroso. En el año noventa y dos nos fuimos a los Cárpatos, al oeste de Ucrania, por necesidad, por la salud de mi hermana, porque su enfermedad se agravó; los médicos no sabían que era, y nos decían que podía ser por Chernóbil. Entonces nosotros salimos a una zona limpia, y luego de dos años de permanecer allí se terminaron los síntomas de la enfermedad. Y después, no sé si para bien o mal, nosotros regresamos a vivir a Orane, porque ni el gobierno ni el ayuntamiento no dieron una casa, por eso no pudimos cambiar de sitio. Antes, en la zona donde vivimos, zona 3, una famillia podía dejar su casa y el ayuntamiento le daba otra en una zona limpia. Pero cuando Ucrania se liberó cambió el dinero y no hubo casas para la gente de Chernóbil. Entonces con mi hermana regresamos a la casa donde vivíamos.

- ¿Y actualmente eres maestra?

- Sí, maestra de niños de seis hasta diez años.

- ¿Cómo se llama la escuela donde das clases?

- Escuela de Orane, es una aldea de seiscientos habitantes.

- ¿Y queda a qué distancia de la planta de Chernóbil?

- Treinta y cinco kilómetros.

- ¿Y tu notas que la gente de la zona actualmente tiene problemas de salud debido al accidente?

- Sí, tenemos muchísimos problemas, con estadísticas no positivas, porque son menos los que nacen y más los que mueren; hay problemas de salud con los niños que nacen más débiles, su sistema inmunológico es más débil y necesitan más medicinas, más cuidados para vivir bien. Y la gente jóven también tienen problemas graves de salud, por el tema de Chernóbil.

- Un docente trabaja con el futuro, digamos que sean las futuras generaciones mejores, y debe ser muy triste ver que los niños estén afectados por algo que les puede hacer mal.

- Sabes, no pensamos por el futuro triste, no se por qué pero yo creo que en Ucrania vamos a vivir bien. Hay corrupción y en general la situación es muy rara, muy mentirosa; pero por el problema de Chernóbil también queremos pensar que los niños van a tener futuro. Pero no todos estan fuertes y tan optimistas; la gente sabes vive como todos, quiere tener familia, quiere tener niños, quiere darle a los niños lo mejor que puede; entonces compran móviles del útimo modelo, o compran algo para que los niños esten contentos. Y es por temporadas de alegría, pero…

- El accidente siempre está presente de alguna manera.

- El accidente sí, porque no podemos olvidar. Tenemos una naturaleza preciosa, la verdad preciosísima, esa es la verdad, tenemos ríos y bosques. La gente recoge setas para ganar dinero, pero después quien tiene negocio y mide la radiación, no las quiere porque tienen mucha radiación. La gente entiende que no puede comer pero come igual, es como que quieren olvidar. Cuando empieza una enfermedad y sabemos que es por Chernóbil, no podemos olvidar; y si se enferma un niño, estas son noticias tristes. Solo explicamos a los niños que no podemos comer frutas sucias; lo más grave es que la gente no tiene comida sana, comen lo que tienen.

- ¿Los niños preguntan por qué no pueden comer tal o cual cosa?

- Cuando en primavera hablamos por Chernóbil, ellos preguntan mucho en la escuela primaria, por qué hay radiación, pero el resto del año no hablan del tema, porque en nuestra aldea muchos padres trabajan en Chernóbil. Hay sitios limpios en Chernóbil, y otros sitios muy sucios. Los niños saben que sus padres trabajan en Chernóbil, que es peligroso pero necesitan el dinero; y no ganan mucho, ganan a veces menos que otro sitio limpio. Actualmente trabajar en Chernóbil es como un trabajo normal.

- La última. Escuché una idea tuya que la radiación es peor que la guerra. Podés desarrollar un poquito esa idea.

- En una guerra tu ves claro lo que pasa y una guerra termina, pero no vemos la radiación. Si es una pistola tu puedes morir ahora o correr, de la radiación no puedes correr, y no sabes cuando vas morir ni cuando termina. Algún año yo voy morir, pero cuando dí a luz una niña, ella fue afectada por mi cuerpo, entonces yo creo que es una historia para muchas años más y duele mucho que el mundo no aprende la lección. Cuando ocurrió el accidente en Fukushima, yo dije ya, ahora terminan todas las nucleares. Mira, de un error algo veremos, de otro error aprendemos y no podemos dar posibilidad a un tercer error ¿Qué valoramos en esta vida?

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