4 razones para no instalar un reactor nuclear Hualong One en Zárate
El reactor Fuqing-5, en la provincia de Fujian, en el sudeste de China, es el primer modelo Hualong One que se conecta a la red eléctrica. Foto: CNNC. |
por Cristian Basualdo
China se unió recientemente al selecto grupo de países con diseño propio de reactores nucleares de potencia, con su modelo Hualong One (HPR-1000), un diseño derivado principalmente de los reactores que el gigante asiático importó de Francia a finales del siglo pasado.
El desarrollo del HPR-1000 se hizo pensando en el mercado local, pero también en el internacional, se dijo en China que la venta a otro país de un solo reactor podría aportar tanto como la venta de un millón de coches. Pero las ventas del HPR-1000 no vienen bien, por el momento, sólo Pakistán adquirió la flamante tecnología. Para China, la única manera de amortizar los elevados costos del desarrollo del nuevo reactor es aumentar el número de unidades vendidas, por eso otorga crédito a los países que compren su modelo.
“La oferta de China de financiar centrales nucleares a la Argentina puso la disponibilidad de un producto antes de que se determine su necesidad”, señaló Alfredo Caro, ex director del Instituto Balseiro.
A partir de 2010 se firmaron varias cartas de intención y memorándum de entendimiento entre diversos organismos públicos argentinos y chinos, que desembocaron en el acuerdo firmado en julio de 2014. Desde entonces, fueron tantas las idas y vueltas que nos limitaremos a la información reciente. En septiembre de 2018, Nucleoeléctrica Argentina SA decidió continuar las negociaciones con la Corporación Nuclear Nacional China (CNNC) sobre los aspectos técnicos para la contratación bajo la modalidad llave en mano, de una central nuclear HPR-1000, de 1 o 2 reactores. Dos meses después se aprobaron las precondiciones para el contrato de 1 reactor, con una potencia eléctrica bruta de 1200 MW, que estará ubicado en el sitio Atucha.
A continuación, el lector encontrará cuatro razones contundentes para oponerse a este proyecto:
1. Débil argumento económico
Nucleoeléctrica es una sociedad anónima cuyo capital accionario es del Estado Nacional, 79 % del Ministerio de Economía, 20 % de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), y 1 % de la empresa estatal Emprendimientos Energéticos Binacionales SA.
Nucleoeléctrica no fue pensada para ganar dinero, recibe una remuneración en base a la potencia neta disponible, a la potencia neta en mantenimiento acordado y a la energía generada, a los efectos de cubrir los costos de operación y mantenimiento. La mayor parte de los proyectos de inversión se hacen con transferencias de capital no reintegrables de parte del Estado Nacional.
El saldo anual de la empresa en 2020 fue de 83 millones de dólares (MUSD). Que se obtienen de restar a la facturación anual, 320 MUSD, el costo de operación y mantenimiento, 237 MUSD. Estas estimaciones se hicieron con un precio monómico de la energía de 40 dólares por megavatio hora (USD/MWh), y un costo de operación y mantenimiento de 30 USD/MWh, que no considera los costos de disposición final de los residuos radiactivos, ni de desmantelamiento de las centrales al final de su vida útil.
Veamos ahora la economía del reactor Hualong One, con datos del estudio El futuro de la Energía Nuclear en Argentina y el Mundo, de Alfredo Caro. El reactor producirá 8,5 teravatios al año, con una facturación anual de 340 MUSD. El costo anual de operación y mantenimiento será de 255 MUSD, al que hay que sumarle el costo anual de la amortización del crédito, que será de 575 MUSD (considerando un plazo de 20 años y una tasa de interés del 4 %). Eso nos deja un déficit anual de 490 MUSD, que Nucleoeléctrica no puede cubrir, por lo que se sumará a la deuda externa argentina, y se pagará con el Tesoro Nacional o con el aumento de la tarifa a los usuarios.
La energía nuclear es mucho más costosa que las renovables. El costo de capital de la nuclear es casi cuatro veces mayor al de la eólica. Por lo tanto, podemos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero mucho más rápido y más barato con las energías renovables. No tiene sentido invertir en un reactor Hualong One que comenzará a generar recién ocho años después del comienzo de las obras.
2. Acumulación de residuos nucleares
Cuando Carolina Atucha Ocampo de Urquiza Anchorena y Florencio Atucha y Ocampo, donaron el terreno donde se instaló la primera central nuclear de Argentina, hace 54 años, estaban orgullosos que fuera designada con el apellido de su padre. No sabían que el predio se convertiría en el mayor basurero nuclear del país.
Las piletas donde se almacenan los elementos combustibles gastados en el sitio Atucha están repletas. Nucleoeléctrica se encuentra a las apuradas terminando un edificio para el almacenamiento en seco de los combustibles gastados, “para garantizar la operación de las Atuchas I y II” escribió su vicepresidente, Rubén Quintana. Se trata de una solución provisoria, los edificios tienen una vida útil que se mide en décadas, mientras que la duración de la radiactividad del combustible gastado se mide en milenios.
En Estados Unidos, España, Francia, Alemania, y otros países con industria nuclear, los operadores aportan un fondo para la gestión de los residuos radiactivos. Se habla de equidad intergeneracional, que las generaciones futuras no deban cargar con los costos de la energía que consumimos nosotros.
En Argentina no guardamos ni un peso. A las generaciones futuras les dejamos deudas (económicas, ambientales y radiactivas). Si Nucleoeléctrica cumpliera las leyes, debería aportar a un Fondo para la gestión y disposición final de los residuos radiactivos y a un Fondo para retiro de servicio de centrales nucleares (Ley 25.018, Artículo 13; Ley 24.804, Artículo 9, Inciso ciii).
3. Riesgo de una descarga no planificada de material radiactivo
En sus comienzos, en la década de 1950, la industria nuclear calculó que un accidente severo, con fusión del núcleo y descarga de material radiactivo al exterior, se produciría cada 100.000 años-reactor. Dicho de otra manera, para una flota de reactores como la actual, 1 accidente severo cada 240 años. Pero las cosas no sucedieron como estaban previstas, en 70 años, la industria nuclear acumula 18.866 años-reactor y 5 fusiones de núcleo (1 en Three Mile Island, 1 en Chernóbil, y 3 en Fukushima).
La tecnología Hualong One tiene muy poca experiencia operativa, hay solo 2 unidades funcionando, Fuqing-5 en China (se conectó el 27 de noviembre de 2020), y Karachi-2 en Pakistán (se conectó el 18 de marzo de 2021). Para Nucleoeléctrica, Fuqing-5 es la “unidad de referencia para el proyecto en territorio argentino” (ver Reporte Pacto Mundial, pg. 79). Este reactor sufrió un bloqueo en los sistemas de seguridad de las tuberías de vapor, durante una prueba en el proceso de puesta en marcha. Los expertos chinos determinaron que el operador carecía de conocimientos y experiencia suficiente para gestionar una situación como esa. Entre las recomendaciones, hubo menciones a prevenir los efectos de los conocidos como golpes de ariete, que pueden causar graves daños en las tuberías.
4. Emisión de radionucleidos en funcionamiento normal
Las centrales nucleares en funcionamiento normal descargan radionucleidos al ambiente. En el sitio Atucha el más significativo es el tritio, el isótopo radiactivo del hidrógeno, que está presente en las descargas líquidas y gaseosas de los reactores, y es detectado tanto por Nucleoeléctrica como por la Autoridad Regulatoria Nuclear, en muestras de condensado de humedad, en agua del río Paraná de las Palmas y en alimentos (verduras, frutas y leche).
También se detectaron en algunas muestras de sedimentos y de suelos, trazas de cobalto-60, un producto de activación formado principalmente en el viejo reactor de Atucha I.
En la medida que se agreguen más reactores (Hualong One, CAREM) aumentarán las descargas radiactivas al ambiente y las dosis recibidas por la población circundante.
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